Capítulo Veintiocho.

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Brittany Pov.

Me desperté por unos pequeños rayos de sol entrando por mi ventana. Me destapé para levantarme, cuando me di cuenta de que estaba completamente desnuda. ¿Qué? Entonces recordé: me había acostado con Santana. ¿Dónde estaría?

Decidí vestirme antes de salir de la habitación, ya que podría ser algo incómodo si me encontrase a Marley por ahí. Pero al salir, no me le encontré. En realidad a nadie, no había ninguna persona en casa. Confusa, me puse a buscar alguna nota, algún mensaje, cualquier cosa. Junto a la puerta de entrada, vi un papel tirado en el suelo.

For Brittany

Probablemente te estés preguntando dónde estoy en estos momentos, una pregunta adecuada. La respuesta es de camino al aeropuerto o quizá en el aeropuerto, si tienes sueño profundo (aunque sé que no es así).

El avión sale a las 12 de la mañana, pero como ya sabrás, es necesario estar dos horas antes. Sé que habrías querido despedirte de Marley, pero estabas tan dormida que preferí no hacerlo.

Supongo que esto es un adiós. No me arrepiento de lo de ayer, solamente espero que no te cause problemas ahora que me voy. Cuando te cases con Mike... Por favor, no me invites, será muy doloroso. Porque lo cierto es, que pase el tiempo que pase, no creo que pueda olvidarte.

Cuando amas a alguien debes dejarle ir, ¿no? Eso hago contigo, dejarte ir, con todo el dolor de mi corazón. Me despediré de la única forma que puedo, con nuestra cosa.

Adiós, preciosa. Sé feliz.

Santana.

La carta de despedida de Santana me había dejado tocada emocionalmente. Los sentimientos plasmados en un papel eran capaces de remover todo por dentro.

Santana se había ido sin despedirse en persona, pero tampoco podía juzgarle, no después de cómo lo hice yo. No estuvo bien, al igual que lo de anoche. ¡Me iba a casar con otro chico! ¡Le había puesto los cuernos en toda regla! Debería sentirme fatal por ello... pero no es así. Ni una pizca de remordimiento, más del hecho de haber sido infiel a alguien, fuese el que fuese.

El sonido del timbre me sacó de mis pensamientos. Fui a abrir esperanzada, pensando que podría encontrarme a Santana tras la puerta. Sin embargo, no fue así, ya que Mike estaba tras ella.

—Buenos días, Brittany—dijo con una sonrisa. Yo intenté sonreír, muy forzosamente, cabe decir.

—Hola—respondí fríamente, incapaz de mostrarme más cálida.

No debería desilusionarme cuando veo a mi novio en mi casa, no es lo que una persona normal haría. Aunque claro, una persona normal no tendría en la cabeza a cierta reina del sarcasmo... Basta Brittany, estás con Mike.

— ¿Se fueron ya tus invitadas?

—Sí, esta mañana.

—Uf, menos mal. —Mike parecía verdaderamente aliviado, cosa que no me gustó demasiado—. No aguantaba a tu amiga, lo siento.

— ¿Ah no? ¿Por qué? —pregunté curiosa.

—No me gusta su carácter. Además, es obvio que le gustas demasiado— Increíble, hasta Mike lo había notado—. Pobre inútil. Ella no es tu tipo, nunca podría estar contigo.

— ¿Por qué? ¿Cuál es mi tipo?

La conversación estaba llegando a un punto que no me gustaba nada, pero no quería que se cállese ahora. Quería oírle.

—Como yo: guapo, inteligente, un buen partido... Es increíble que sea madre, ¿a quién habrá engañado para que se acueste con ella? —Me tuve que morder la lengua para no confesar todo entre gritos, aunque con ganas me quedé—. ¿Y qué decir de la niña? Odio a los niños, y esa en concreto era bastante insoportable. No me extraña que su padre la haya abandonado.

Tras acabar su "discurso", no se me ocurrió otra cosa que darle una bofetada.

— ¿Por qué has hecho eso? —preguntó tocándose la mejilla enrojecida.

—Por decir eso de ellos, son unas bellísimas personas. Mucho mejor que yo, desde luego.

—Tú eres la mejor—dijo antes de besarme. No correspondí el beso, no quería hacerlo—. Venga bésame, preciosa.

— ¿Cómo me has llamado?

—Preciosa. ¿Pasa algo?

De repente, los recuerdos fueron inundando mi mente. Eran todas y cada una de las veces en que Santana me llamó preciosa, hasta la despedida en la carta de hoy. Mike me había llamado preciosa, y casi hasta me había repugnado. Todo volvía a estar claro de nuevo.

—No eres tú. Nunca lo fuiste. —Respondí, alejándome un poco de él—. Solamente una persona tiene derecho a llamarme preciosa, y esa persona no eres tú.

—Déjame adivinar: es Santana. Seguro que hasta te la has tirado y todo—Yo me mantuve firme, sin hacer ningún movimiento —. O sea que lo has hecho. Estupendo, ya estamos en igualdad de condiciones. Te llevo engañando desde hace tres años. Ahora no me siento tan mal.

— ¡Eres un imbécil! ¿Cómo pude pensar que tú podías ser el hombre de mi vida? ¡Estabas obsesionado conmigo y solamente querías sexo! ¡Pervertido! Dios, y pensar que casi me caso contigo...

—No decías eso antes... —De nuevo, le di una bofetada en la cara, seguida de un rodillazo en su entrepierna.

—Eso por Santana y por Marley. Santana siempre ha sido la única, no sé cómo he tardado tanto tiempo en darme cuenta.

Me giré a ver la hora: las once y media. En media hora salía el avión hacia California, yo debía evitar que se fueran sin yo poder confesar mis sentimientos, sin poder admitir la verdad a Santana: ella tenía mi corazón, siempre lo tuvo.

—Mike, por si no había quedado claro hemos terminado. Ahora fuera de mi vista antes de que te pegue con un bate en la cabeza.

—Nunca encontrarás a nadie mejor que yo, dulzura.

—Ahí te equivocas. Ya lo hice, y por tu culpa y por mi ceguera ante la realidad estoy a punto de perderla para siempre. Adiós, Mike, que te den—dije a modo de despedida, echándole de mi casa.

Me vestí rápidamente en dos minutos y cogí mi bolso. Salí corriendo de casa para llamar a un taxi, no me daba tiempo a coger mi propio coche, si quiera.

—Al aeropuerto, por favor. Rápido a poder ser.

—La persona que quieres se va, ¿no? —preguntó el taxista —. Tengo muchos clientes así.

—¿Suele llegar a tiempo? —pregunté preocupada.

—Depende de lo desesperada que esté la persona aquí sentada. Y tú querida, lo estas. Iré lo más rápido que pueda.

—Gracias.

El camino se me hizo más largo de lo que me habría gustado. Veía el tiempo pasar y cada minuto que pasaba, era u minuto más cerca de perderle, a ella y a Marley.

Al llegar al aeropuerto pagué al taxista y le agradecí, para después entrar corriendo en el aeropuerto. La gente me miraba mal, como si estuviese loca, pero no me importaba. Solamente quería llegar llegar a ellos a tiempo, antes de que se fueran.

— ¿Santana? —pregunté, viendo de espaldas una figura familiar.

Sin pensarlo, corrí hacia ella. Era mi oportunidad.

This is (not) our baby || (Adaptación Brittana)Where stories live. Discover now