En medio del dolor

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Si supieras que en medio del dolor conocí a un verdadero amigo.

Odie el tiempo del velatorio.

Nunca me gustó asistir a uno. Menos al de mi padre.

Siento que los velorios hacen mas aguda la herida y el dolor. Hasta me resulta morboso que las personas se reúnan para ver y despedirse de un muerto.

Ver el cuerpo sin vida de mi padre no me ayudó a procesar la pérdida, ni a aceptar la ausencia.

Las horas que permanecí de pie en esa pequeña sala llena de personas, solo sirvieron para ver quienes son realmente mis amigos.

Muchos se acercaron con palabras vacías, con frases armadas, con los típicos: "Lo siento"", mi más sentido pésame" y todas esas idioteces que forman parte de un ritual de una práctica sin sentido.

Quería desaparecer. Quería tener alas y volar lejos, muy lejos.

Todavía no entiendo porque mi madre nos obligó a quedarnos y ser parte de eso.

Y allí estaba yo, en medio de esa marea de gente que me saludaba y hablaba, pero yo no quería saludar, ni escuchar, entonces decidí que mi cerebro se desconectara de mi cuerpo, mirando sin ver, escuchando sin oír, respirando sin vivir... para no sentir, para no llorar...

Allí fue cuando te vi.

No dijiste nada, no trajiste una frase armada como el resto, no me miraste con lástima, no hiciste un chiste como otros que quisieron hacerme reír, no sonreíste de manera simpática...

Caminaste directo, decidido, firme y a la vez cálido, dulce y amable. Y me abrazaste.

Me abrazaste fuerte. Muy fuerte.

Como esos abrazos de oso que me sabía dar mi papá.

Sentí como mi pequeño cuerpo quedaba apresado entre tus brazos. 

Sentí los latidos de tu corazón en mi oído apoyado en tu pecho. 

Sentí tu mentó que se posó en mi cabeza...

Y sentí el tiempo pasar, los segundos, los minutos, y no me soltaste.

No me soltaste.

No dijiste nada. 

El silencio nos envolvió como una manta en pleno invierno, protegiéndonos, calentándonos el alma, aislándonos del resto, de las miradas, de los murmullos, de todo.

Y allí entendí que eras mi amigo. Mi mejor amigo.

Es cierto, me molestaba ser tu amiga. 

Me molestaba que no me quisieras como yo. 

Pero ese día, en ese instante, yo te necesitaba como mi amigo y allí estuviste.

En medio del momento más doloroso de toda mi vida, tu abrazo era justo lo que necesitaba.

Y fue en medio del dolor que decidí que tu amistad me basta, me alcanza, hasta me sobra.

Si solo tengo que ser tu amiga, está bien. 

Si supieras que en medio del dolor, acepté que ser tu amiga es lo mejor.


Si Supieras... Todo lo que siento por tiWhere stories live. Discover now