Capítulo I- Silenció (parte 1-Comienzo)

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"Silenció"

🌙Greg:

Las ramas crujían contra la fina capa de vidrio que formaba parte de las amplías ventanas que adornaban mi casa en Francia. Las llamas consumiendo la leña de la chimenea mientras yo apoyaba la cabeza en la curva de la cintura de la mujer desnuda que tenía al lado, sentada en él apoya brazos del sillón. Mis dedos acariciaban sus largas y lisas hebras de cabello. La calidez de su cuerpo calentaba el mío mientras ella acariciaba con sus uñas mi cuero cabelludo con suavidad mientras yo buscaba crear un sentimiento que no nacía por parte de ninguno. No éramos dos enamorados, solo éramos dos amantes con el corazón roto.

Mientras miraba fijamente las llamas mi mente regresaba siempre a aquel día de verano, el verano en el que la conocí. Un verano oscuro y cruel que se iluminó con su presencia. Pero les advierto, no se fíen de mi. Se dice que soy un embustero, y tiendo a cambiar la versión de la historia sólo un poco para mi conveniencia. 

TEXAS, Beaumont                                                                                                                 Octubre 23 del 1993

La madre superior colocó su mano en la parte baja de mi cintura iniciándome a continuar mi camino. Los gritos de los demás niños cesaron en el momento en el que ambos pusimos un pie adentro de la vieja y desarreglada habitación. Estaba llena de cuchetas feas y mal tendidas por frazadas viejas y algo sucias. Incluso no dejaba de estornudar por el polvo. La atención de todos los niños estaba centrada en mí. Me mantuve quieto observándolos, había más de dos docenas, diferentes edades, rasgos, etnias, cabello, etc. Lo único que todos tenían en común era la ropa vieja y remendada. Una mueca se formó en mi rostro. Mi ropa nueva y bien cuidada desentonaba con la de ellos.

— Niños, tienen un nuevo hermano, espero que le den la bienvenida y lo traten como se merece. — Habló la madre superiora, una monja algo fea y vieja— Preséntate, pequeño. 

No respondí, sólo la miré a ella y luego a los demás niños. No debía hablar, mamá me lo dijo, <No hables con nadie, no le digas nada sobre él. Somos sólo tú y yo, ¿entendido?>

Recuerdo como luego de aquellas palabras acarició mi mejilla y cerré los ojos disfrutando su cariño. Eso fue lo último que escuché de ella, ya no estaba, pero aun así acataba su orden. No le dije nada a la policía cuándo me preguntaron si tenía más familia, no debía confiar en nadie y mucho menos hablar sobre él. Recuerdo cómo la psicóloga que vino a verme afirmó que no hablaba por el trauma de haber encontrado a mamá en la cocina con los ojos abiertos y vomitó saliendo de su boca. No era cierto, sólo le hacía caso a mamá, ahora si la obedeciera, tal vez así regrese a mí. 

Ese día no fue la primera vez que encontraba a mi madre en esas condiciones, siempre que volvía a ponerse triste y necesitaba sus inyecciones, terminaba de ese modo. Luego yo la cuidaba, le daba cariño y no volvía a usarlas por un tiempo. Así que ese día no fue la primera vez que la encontré de esa forma, pero si fue el último. Por más que intenté cuidarla, ella no se despertó. 

— ¿Pequeño? — Repitió la madre superior, pero la ignoré y me dirigí a sentarme en una de las cuchetas viejas y libres que encontré. 

Los ojos de los niños me siguieron, pero no los miré. Sólo acosté mi cuerpo en el viejo colchón y tape mi cuerpo por completo con la vieja frazada. El colchón era horrible y no se comparaba con mi suave y caliente cama, pero sin duda era mejor que las sillas de la estación de policía dónde dormí tres días desdé que me encontraron los policías. Solté un largo suspiro y tomé un poco de aire preparándome a afrontar la verdad que me negaba a aceptar "mamá ya no estaba". Las lágrimas espesaron a correr por si solas mientras mi mente afrontaba la dura verdad, ahora estaba completamente solo. 

Vuelo Alto- EDITANDOWhere stories live. Discover now