*Quiero Y No Debo*

25 4 2
                                    

Viendo que Natalie no se movía, Dorian saltó sobre la cama, se deslizó por encima de ella hasta el otro lado, y tomó la muñeca de Natalie para halarla dentro del armario abierto detrás de la chica. Retrocedió a través de la ropa colgada hacia la esquina hasta que su espalda chocó contra la pared y no pudo retroceder más. Pegó la espalda de Natalie contra su cuerpo y la abrazó para ocupar el menor espacio posible. La puerta plegable la cerró a medias: suficiente para cubrirlos, pero sin que fuera tan sospechoso.

Como ella estaba tan pegada a él, pudo sentir la respiración de Natalie ralentizarse cuando los sonidos de unos pasos empezaron a indicar que alguien entraría a la habitación pronto.

Dorian la apretó un poco más para recordarle que no estaba sola.

Natalie pareció entender la indirecta porque alzó su mirada hacia él. Esos grandes y castaños ojos, estaban aterrados, pero se calmaron al verlo.

—No nos verá—le prometió en voz muy, pero muy baja. Algo que solo por la cercanía y el silencio que los rodeaba lo hizo audible para Natalie.

Enrique cruzó la puerta muy apurado. Pudo verlo por las ranuras de la puerta plegable. El hombre se agachó a buscar algo debajo de la cama y luego en el cajón del escritorio. Sea lo que fuese que buscaba, no lo encontró ahí. Salió y entró de nuevo a la habitación, esta vez con una escalerita, y se acercó al armario. En ese momento Dorian y Natalie hicieron tanto silencio que casi dejaron de respirar.

Afortunadamente, Enrique no se interesó en el armario sino en las puertas de arriba del armario. Usó la escalerita para llegar hasta ahí y entonces pareció encontrar lo que buscaba.

Mientras sacaba un paquete, arrastrándolo, algunas fotos cayeron al suelo siendo empujadas por aquello que intentaba sacar. Algunas de esas fotos fueron a dar a los pies de Natalie y ambos bajaron la mirada y se impactaron con lo que vieron.

La imagen la mostraba a Natalie, a través de una ventana, sacándose la blusa en su habitación; el ángulo indicaba que él había tomado esa foto afuera de su casa.

Dorian sintió el cuerpo de Natalie tensarse de la rabia, pero se mantuvo quieta y callada.

Enrique finalmente logró bajar su paquete y lo guardó en su maleta de viaje que había dejado encima de la cama. Luego tomó su maleta y la rodó fuera de la habitación.

Dorian y Natalie soltaron el aire que habían estado conteniendo, pero aún se oía a Enrique dentro de la casa así que no se movieron. No fue hasta después de diez minutos que lo oyeron cerrar la puerta y arrancar el auto, que decidieron salir. Él dejó caer sus brazos, aunque podría jurar que todavía sentía el calor de Natalie en las palmas.

Ella se agachó y recogió la foto que estaba a sus pies, mirándola con verdadero odio.

—Ese enfermo estuvo fuera mi casa tomándome fotos.

—Y no solo lo a ti—añadió cuando notó las otras fotos en el suelo.

Se agachó para verlas de cerca, cada una, de una chica distinta, pero todas aparentemente de la misma edad; chicas de entre quince, dieciséis o diecisiete años, sólo que éstas no estaban tomadas de afuera de sus casas sino en la cama de él, o con el mismo fondo de papel verde oliva que tenía puesto en las paredes de su habitación. La que recogió era una chica en ropa interior, con una camisa de hombre encima (claramente de Enrique), sonriendo a la cámara con un dedo en los labios. Otras fotos eran más sugerentes, y en otras, hasta estaban con el uniforme puesto, pero siempre mostrando una parte de sus piernas o pechos.

—¿Qué significa todo esto? —se preguntó Natalie.

—Creo que seduce a las alumnas del colegio y las convence de tomarse estas fotos—le respondió—. Es posible que las venda en línea.

Falsa Reputación (Por completarse)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن