Irenico ©

Capítulo 02

Una vez mi madre me dijo que todo en la vida pasa por algo, su insinuación me causó curiosidad, porque muchos creemos en es Dios del que todos hablan. Supongo que las personas se sienten más optimistas cuando piensan que un ser superior los protege y los orientan cuando se lo piden, y también tienen a ese alguien a quien culpar por sus desgracias.

Nunca he practicado una religión, pero si soy creyente, creo en ese ser superior, pero no lo veo tan bueno o tan malo como lo pintan y mucho menos lo veo como un dios. Si algo maneja nuestras vidas, no es justo, es cruel, pero no por ello innecesario.

No vivo la vida a color, mi existencia es difícil. Muchas cosas que suceden a mi alrededor marcan mi alma, con cada detalle una parte de mi muere, y poco a poco me voy rompiendo aún más. Nunca he rezado, pero si lo hiciera no pediría nada para mí misma, me sentiría más sincera si lo hiciera por alguien lo necesita, nunca nadie rezó por mí, y me hubiera gustado que así fuera.

Las personas creyentes se pueden definir de muchas formas. Algunos los ven más fuertes, pues se les pueden venir el mundo encima y ellos seguirán pensando que todo tiene un motivo y lo malo pasará pronto. Otros cometen errores y luego piden perdón para sentirse mejor con ellos mismos, a pesar de que seguirán pecando. Mi madre era de las primeras, esas que no creían en el destino o casualidad, sino en los motivos y milagros.

Pero...¿Qué pasaría si las desgracias no existieran?

Probablemente no valoraríamos los pequeños detalles y a las personas. No entendiéramos el significado de las cosas, porque no es hasta que ya no están, que lo comprendemos. No conoceríamos el significado de una sonrisa o un logro. No nos importaría esa persona que nos ayudó en la calle o aquel doctor que nos salvó la vida.

Siempre nos caeremos, da igual el motivo o la razón, siempre tocaremos fondo, entonces tomamos una decisión, aprender de nuestros errores; dejar de lamentarnos y subir a la superficie para crear buenos recuerdos, o dejarnos consumir por la tristeza y caernos en un abismo de desilusiones y soledad, porque cuando nos dejamos consumir por los malos momentos, acabamos solos o arrastrando a una persona inocente a nuestros tormentos.

La pregunta es:

¿Qué decisión quiero tomar?

¿Ahogarme en mi mierda de vida o hacerle frente y tratar de buscar soluciones a lo que me atormenta para así salir adelante y ser feliz?

¿Quiero ser feliz? No lo sé, ni siquiera recuerdo que se siente eso, ni siquiera recuerdo como es mostrar una sonrisa que sea genuina y no forzada.

Suspiro mientras me tiro en la cama de la que es mi habitación, después de que número tres saliera dando un portazo no he hecho otra cosa más que pensar.