Capítulo 20 (1/2)

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—Alejandro, —el susodicho se giró para mirar a su hermana llegando con dos tazas de café, - Ya he llamado a papá.

Alejandro abrió los ojos como platos, —¿¡Por qué!?

—¡Porque están preocupados por ti!


Después de una larga conversación en español delante de ingleses que no tenían ni idea de lo que decían. 

Andrea abrió la puerta, para encontrarse su casa en un silencio sepulcral.

—¿Bea?

—No, soy Derek.

A Andrea le dio el corazón un vuelco.

—Joder Derek, que susto, —Se puso una mano en el corazón, —¿Y Bea?

—Se ha ido a cenar con Jonathan, me ha llamada para que me quedará yo con tu hermano,— Andrea le iba a preguntar por él, pero Derek se adelantó, —Está durmiendo ahora mismo.

Se quedaron un rato más charlando, sobre cómo era el hermano de Andrea, su vida en España, etc. 

—Lo siento mucho por las molestias.

Derek negó con la cabeza.

—Tranquila, no me importa, y si necesitas algo más no dudes en llamarme. —Dijo con una sonrisa cálida. 

Se dieron un abrazo y luego Andrea besó su mejilla. 

—Saluda a Emma de mi parte.

—Vale, aunque está noche tendremos una noche movidita. —Dijo haciendo un baile tonto y guiñándole un ojo. 

Andrea se rio, —Eres un guarro.

Cerró la puerta. 

Fue hacia su habitación, para ver a su hermano. Abrió la puerta lentamente para no despertarle. Su hermano estaba tumbado en la cama mirando al techo, le miró bien, y miró lo que llevaba puesto, una camiseta blanca de manga larga tres tallas menos de la suya, unos pantalones muy anchos y cagados, tenía pulseras de cuero sintético, ya que está en contra de matar animales para hacer ropa. Su pelo bastante corto, con algunos rizos y una coletilla en su nuca. 

—Eres rara.

—Anda que tú, niñato. —Dijo Andrea entrando del todo. 

Alejandro soltó una risita, —Cualquiera pensaría que me vas matar.

—Ganas no me faltan.

Se cruzó de brazos, y él se incorporó en la cama, con una mueca triste, sabía que había asustado a sus padres ya su hermana, o peor, decepcionado, cosa que le entristecía mucho. 

—Duerme aquí yo me iré al sofá.

—¡No! —Gritó Alejandro, —Quédate conmigo, porfa. —Dijo triste. 

Andrea le sonrió, se acercó y le dio un beso en la cabeza, diciéndole que se iba a cambiar al baño y que luego volvía, Alejandro hizo un par de bromas acerca de su pijama de Bob esponja, con lo que Andrea le respondió sacándole el dedo corazón. Muy maduro de su parte. 

Se tiró en la cama, al lado izquierdo, y Alejandro se acurrucó en el pecho de su hermana, ya se había puesto su pijama, también tres tayas más pequeño de su taya actual. 

—Te he echado de menos, tonta.

Andrea sonrió, —Yo también, niñato.

—Esto me recuerda a cuando éramos pequeños y estábamos en el pueblo, y había alguna tormenta de verano, —suspiró recordando, —y yo me metía en la cama contigo porque me daban miedo.

Éramos pocos y parió la abuelaWhere stories live. Discover now