Capítulo 11

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Quise abrir los ojos y despertar de un mal sueño, pero no pude.

Al sonar la alarma, me levanté de la cama siendo consciente de que todo seguía igual. Para João, no había pasado nada malo. Nunca supo que regresé emocionado de San Pedro del Pinatar creyendo que tendría mi primera cita con un chico.

Revisé mi celular y, como en esos últimos tres días, tenía un nuevo mensaje de él sin leer.

– Estoy con mucho sueño zzz – escribió.

– ¿Estás en clase? – le pregunté sin incluir ningún emoji o sticker.

– No. En gimnasio. Tengo que perder las cosas de ayer hahaha – respondió.

Le respondí con un "jajajaja", pero, en persona, no estaba riendo.

En la cocina, buscando algo para desayunar, encontré las sobras de la pizza de Nutella. Supuse que podría calentarla en el microondas. Cuando terminó el tiempo, retiré el plato, pero el chocolate ya se había derretido. Aproveché de tomarle una foto para mandársela a João y continuar la conversación.

– Yo quierooo – escribió.

– NO. Tú estás a dieta ahora – respondí de forma juguetón.

Quise convencerme de que todavía podíamos ser amigos.

– Jajajaja. Tú tiene que estar a las 13:30 en la universidad – dijo rompiendo toda mi ilusión.

– Pero está lloviendo.... – contesté tratando de evadir el tema.

Me quedaban tres horas para bañarme, cocinar, almorzar y salir. Todo eso suponiendo que decidiera dejar mi dignidad de lado e ir a ayudarlo con su tarea.

Decidí hacer una prueba mandándole capturas de pantalla de distintas partes de nuestra conversación a una amiga de Perú.

– ¿Cuánto tiempo crees que nos conocemos? – le pregunté.

– Mmm, diría que por lo menos medio año – respondió en un mensaje de voz.

Fue refrescante escuchar la voz de viejos amigos. Especialmente porque hablaba en español peruano. Hasta ella se dio cuenta de que hablábamos con mucha confianza. Más de la que deberían tener dos extraños que llevaban conversando a penas un fin de semana.

Después de estar parado veinte minutos en la ducha, llegué a la conclusión de que debía ser buen compañero e ir a ayudarlo. Todo hubiera sido distinto si le hubiera hablado a Rafael, en lugar de a mí. Aunque quizá eso fue mi culpa. No debí haber sido amable con él el primer día de clases. Parecía que le di la impresión de ser el tipo de chico que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Con João no podía ser un buen Samaritano sin pensar que lo que realmente buscaba era ser su novio.

Llegué a la universidad media hora después de lo acordado. Mejor dicho, de la hora que João me dijo que llegue. Yo no tuve mucha participación en esa decisión. Nos encontramos en el jardín que estaba ubicado dentro del Monasterio. Él estaba sentado en una de las bancas, tomándose una selfie.

Para mi sorpresa, lo único que hicimos fue conversar. No sé si se olvidó que necesitaba mi ayuda o simplemente se distrajo con la charla, pero no mencionó su tarea ni Photoshop. Hablamos de distintos temas, como siempre, pero principalmente me estuvo contando sobre lo que solía jugar en la computadora. Dijo que se llamaba LOL, pero no estaba seguro de lo que eso significaba. También le pregunté de dónde venía y me respondió que de São Paulo. Incluso entró al mapa y me mostró su calle. Yo le conté un poco sobre mi vida, aunque no había nada interesante que decir.

– Tu estas de medio intercambio – dijo.

Incliné ligeramente la cabeza hacia la derecha y fruncí el ceño en señal de que no entendí su comentario.

Destino AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora