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—¡Auch! —
— Estás herido, idiota, ni quiero escuchar quejas.— (...) hacia presión con el vendaje, justo en el abdomen de Giyuu. Debía detener el sangrado.
Tomioka iba a soportar el dolor en silencio. Recordó que Sabito lo trataba de la misma manera cuando eran pequeños, no pudo evitar esbozar una sonrisa.
— Haz presión aquí, Giyuu, voy a recortar más gasa. ¿Me estás escuchando? — Rompió con el espacio personal del pilar de agua.
— Si, lo siento.— El mayor colocó una mano en la cabeza de (...) y acarició con ternura. Estar con él le traía muy buenos recuerdos.
— . . . ¡No soy un cachorro! — Iba a golpear su mano pero después el enfermero cayó en cuenta de una cosa. ¿Y si Tomioka estaba alucinando? ¿SU PACIENTE IBA A MORIR? — Debo llevarte a un hospital.— (...) lo cargó en su espalda. Era bastante fuerte a pesar de la diferencia de edad y estatura.
Igual que Sabito.
Seguramente por la perdida de sangre, Giyuu cayó dormido en el hombro de (...), murmurando palabras sin sentido. — Debo. . . Protegerte. . . (...) —