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JUNIO

Miércoles, 8 de Junio 2022

Lena se sentó en silencio durante un buen rato antes salir del automóvil de alquiler. El agente del Servicio Secreto se desabrochó el cinturón de seguridad para unirse a ella.

"Tienes que esperar aquí"

"Srta. Luth..."

"Esto es un asunto privado". Ella se acercó y le palmeó la mano, haciendo todo lo posible para calmar su ansiedad. "Sé que probablemente David le dijo que no me alejara de su vista, pero voy a estar bien. Nadie sabe que estoy aquí. Y eso era cierto. Habían volado a Baltimore, deslizándose a través de Aeropuerto Internacional de Nashville sin que nadie, siquiera, les diera un segundo vistazo.

Lena estaba vestida con un par de jeans gastados, zapatillas cómodas, y una suave camisa manga corta de algodón verde, que siempre le había gustado a Kara, porque decía que era el color exacto de los ojos de Lena. Hacía poco, había tenido que cortar unos centímetros de más de su cabellera ondulada y el nuevo corte acentuaba su esbelto cuello, y, para su sorpresa, por fin le daba el aspecto de su edad en lugar de unos cuántos años más jóvenes. Unos anteojos oscuros reposaban sobre su nariz y una gorra de baseball color naranja brillante de la Universidad de Tennessee, cubría su cabeza, dejando salir mechones de pelo negro, detrás de la cabeza.

El agente parecía muy casual, a pesar de que llevaba un chaleco para ocultar su arma.

Ellos habían venido directamente del Hotel Wyndham Nashville del Aeropuerto, donde Lena había dejado su equipaje. Así lo quiso.

"En realidad, la Presidenta me instruyó para que le diera toda la privacidad que usted necesite. Lena parpadeó. "Lo hizo?"

"Sí, señora". Él le dirigió una dulce sonrisa y una leve inclinación de cabeza.

Te ganaste un beso por esto, Kara.

"Voy a estar aquí, si me necesita.

Lena le sonrió cálidamente. "Gracias. Deséeme suerte". "Buena suerte".

Ella tomó aliento para estabilizarse y abrió la puerta del coche, caminando lentamente por la acera estrecha y agrietada que conducía a la casa de su infancia. Le llamó la atención la familiaridad de ese momento. ¿Cuántas veces había recorrido este corto camino en el pasado? Y hubo ocasiones, en que su estómago estaba sufriendo el temor al estar en este lugar?

―Sí, su mente al instante le recordó, ―lo sabes. Cerró los ojos y revivió esos pocos preciosos momentos, y muy gastados recuerdos que guardaba cerca de su corazón. Su madre ayudándole a levantarse en patines por primera vez y riendo juntas cuando Lena volvía a caer una y otra vez, teniendo a su madre con ella cada vez que caía al suelo. El sofocante día de julio, cuando su padre se quedó en casa una hora más al mediodía, para correr al lado de una ciclista nerviosa como ella, vendiendo una bicicleta desvencijada por todo lo que podía valer. Bebiendo un Jack- O-Lantern en el porche delantero y escuchando de los labios de sus padres que ella era la niña más bonita de la cuadra.

Lena se sacudió de sus recuerdos, y miró a su alrededor. El sol estaba empezando a ponerse, pintando sombras a través de un pequeño jardín que requería ser podado. Subió los tres peldaños del porche, oyendo el familiar crujido del último escalón, al gemir ligeramente bajo de su peso. Levantó la mano para llamar y tragó saliva, lamentando de que ella le había insistido a Kara en que se quedara en Washington en vez de venir a apoyarla, aquí. En ese momento, sin embargo, se sentía muy sola. Es mi maldita culpa. Antes de que pudiera cambiar de parecer, llamó a la puerta.

PRIMERA DAMA - SUPERCORPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora