✰ 10. Estrellas

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Nada era ya un lugar seguro para mí

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Nada era ya un lugar seguro para mí. En la escuela Stev y su grupito de amigos me daban miradas un poco comprometedoras, los demás estudiantes en el pasillo murmuraban y decían cosas, no trataban de disimular. Obviamente, la noticia de que yo había rechazado la jodida invitación de Stev se esparció, pero ¿por qué a estas alturas aún se hablaba de eso?

De camino a casa miro a todos lados en cada momento. Papá se fue por unos días a San Francisco a una reunión superimportante y regresaba, apenas podía. Con lo sucedido en el parque ya no quiere dejarme sola.

Tiran de mi mochila hacia atrás y un escalofrío recorre todo mi cuerpo.

—Soy yo —expresa Theo.

—Me has asustado, no lo vuelvas a hacer.

—Te he notado muy tensa en todas las clases y a la hora del descanso ¿Todo bien? —su cabello rizado se alborota un poco por el viento del escaso verano que queda.

—No... resulta que el sábado fui con papá al parque para que me inscriba a clases de arte, ¡y lo hizo! Le prometí no aburrirme fácil de esto.

—Me alegro por ti, la señorita Ámbar es muy buena maestra.

—Sí, pero eso no es el punto, te cuento más tarde. A lo que voy es que mientras mi padre hablaba con la maestra, yo estaba paseando entre los dibujos de los niños y... —juego con mis manos— Stev, lo vi en el parque, corrí hacia mi padre para que no me diga nada y tuvieron una discusión, pequeña, porque no quiero que papá salga en alguna revista por ese escándalo que no tiene mucha importancia, y bueno, Stev quiso hablar conmigo por no sé qué, sin embargo, no se lo permití, y ahora me siento muy observada en la escuela, las miradas que me dan todos cuando entro a la escuela, paso por algún pasillo o en clases. No tengo miedo —suspiré—, bueno, solo un poco. Pero no me siento tranquila en ese lugar y si camino sola por la calle tampoco, tengo miedo de que en algún momento aparezcan por alguna calle y traten de hacerme algo. Ay, no, hablo mucho, mejor no hablo.

—No, no, no —acaricia mi brazo—. Me gusta escucharte hablar. Dicen que es mejor expresar lo que estamos sintiendo en vez de que termine matándote por dentro.

—¿Eres psicólogo?

—No, pero a veces sobre pienso mucho la vida y situaciones de las personas...

—Eso es bueno.

Se encoge de hombros y seguimos caminando.

—Oye quería preguntarte algo...

—Dime —coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—Hoy hay lluvia de estrellas —mete las manos en los bolsillos de su pantalón—, y quería saber si querías ir conmigo al bosque que nos queda más cerca... a mirar la lluvia.

De mis labios se escapa una pequeña y baja risita. Él se voltea a mirarme—. Tampoco te estoy obligando a nada, solo te consultaba, ya sabes...

—Sí, Theo —le sonrío—, papá no está, y es mejor tener compañía unas horas, que estar sola con la ansiedad respirando en mi cuello.

Pequeña pieza de arte ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora