LOCURA

46 6 0
                                    

   

    No es posible remontar el vuelo sí estamos anclados al suelo presos del resentimiento.
                —Adrián Triglia

El caminar de los matones fue apasiguandose cuando ya la gran casa se alzó a nuestra vista.

—Hemos llegado Bunny— me avisó el pelinegro.

Lo miré un tanto incrédula ¿Acaso quién le da la bienvenida a uno así? dejé de mirarlo para ver la casa, ésta se apreciaba muy lujosa, definitivamente debe ser de algún grupo de mafiosos, menos no podría ser.

De camino aquí pude apreciar varios muros, así que supongo que está rodeada de esos, seguí los pasos del pelinegro y el pelirrojo, estabamos entrando al jardín, en la parte izquierda se podía visualizar un gran terreno donde pude ver más matones ejercitando y utilizando las armas, el sonido de los disparos aturdian mis oidos en gran manera, se podía apreciar luego de cruzar esa parte una pista y a lo que se parecía una cochera, salían diferentes tipos de autos allí.

Quite mí mirada de ese lugar y pase a ver el lado derecho, allí había una gran piscina y un poco de mujeres y música, tipos jugando tenis, otros vóleibol en la piscina y botellas por doquier, definitivamente parecían unos bipolares ¿A quién culpo? los malos también tienen derecho de disfrutar. Al cruzar todo eso pasamos un arco lleno de flores, unas flores conocidas para mí y la entrada de la mansión, ésta es de forma U y con tres plantas, el pelirrojo abrió las puertas y quede maravillada con ella. Su interior era tan deslumbrante, antiguo.

Ví a los demás matones irse por otro lugar y dejarme a solas con el pelinegro.
—Sigueme— informó.

Subimos al tercer nivel de la mansión, al parecer donde se encontraban las habitaciones. Pasamos varías puertas y doblamos varios pasillos, a mí parecer donde iba a estar yo quedaba aislada de las demás. Hasta que el chico paró en una de las puertas y saco un juego de llaves, abrió la puerta.

—Aqui dormirás— lo seguí adentro de la habitacion.

Quede sorprendida, en mí miserable vida había visto algo tan fuera de lugar, la habitación parecía de alguien de la realeza, el piso de mármol blanco y las paredes tenía un color calido beige, una gran estantería que ocupaba todo el tramo de una pared, allí se encontraban muchos, literal muchos libros, y cerca una puerta que estaba entre abierta había mucha ropa, y pude distinguir que era nueva por las etiquetas.

En todo el frente había una obstentosa cama con una amplitud bastante destacable, me acerqué a ella y lo toque con las palmas de mis manos, éste era muy muy suave, a un lado estaba un balcón y del otro lado una mesa de noche que toda chica desea.

—Esto no esta bien— Musito.

—¿Disculpa?— deja caer su mirada en mí.

—Esto— señalo toda la habitación.
—No esta bien.— Comienzo a frustrarme ¿Acaso es una broma?.
—Estoy secuestrada, mínimo me imaginé que estaría en un ático con ratas y un balde de baño.—Lo escucho reir.
—¡Cállate idiota!— exclamo molesta.
—¿Que carajos quieren de mí y porque me tienen aquí?

El suspira, puedo ver desde mí lugar las ligeras bolsas bajo sus ojos, no ha dormido una pizca.
—Asi lo decidio el jefe— respondió.
—No te quejes.

—Que se meta el dedo dónde le quepa al jefecito tuyo.

Lo escucho reír nuevamente.
—Creo haberte dado unas reglas en el yate.

Hijo de puta.
—¡Puedo hasta escaparme!— señalé con mí mano el balcón.

Su mirada cálida se volvió aterradora, se acercó a mí y me tomó fuertemente por la muñeca, me arrastro hasta el balcón
—Mira bunny— habló.
—Estas en el último piso de esta casa, sí te tiras de aquí podrías romperte las piernas, pero sí caes mal, allí abajo hay unas cuantas rocas filosas, así que te puedes morir.

C R I M E N [Park SeongHwa]Where stories live. Discover now