EXPLICACIÓN

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El chico pelinegro quemó las llantas por salir a toda velocidad de allí, sin embargo no tuvimos un viaje tranquilo, tres camionetas negras nos comenzaron a perseguir y a disparar, el pudo esquivar algunos balazos pero no todos, así que los vidrios comenzaron a estallar.

—Carajo— gruñó.

Entramos nuevamente al bosque para tratar de perdernos pero fue difícil, lograban encontrarnos, como si supieran cada camino en el. Los disparos comenzaron nuevamente y eran más seguidos, toda la camioneta estaba llena de huecos, y el pelinegro solo le interesaba que las llantas siguieran intactas.

Y yo nunca pensé pasar por esto o algo similar, había estado en guerras de pinturas, pero usar un arma no es para nada lo mío, ya sabía que me arrepentiría por esto luego.

Por impulso tomé su arma, éste blanqueo los ojos.
—Yo no saldré como coladora de aquí.— le dije.

Los disparos habían cesado por un momento mientras los que nos perseguían recargaban las armas, así que fué mí oportunidad en pasarme al asiento trasero y dónde se supone que estaba el vidrio me apoye, importandome poco el clavarme las astillas.

Clave mí mirada en las llantas, y solté el seguro, seguido de eso el primer disparo, había fallado.

Pero el segundo lo dí, provocando que la camioneta hiciera malabares y chocara con la otra. Moví mí cuerpo rápido al asiento delantero pues quedaba una y había comenzado a disparar.

—¿Sabes manejar?— su pregunta tan calmada y yo aquí toda alterada.
Asentí.
—Toma el volante, yo me encargo del resto.

Y el resto fue que sacó una AK-47 dónde sabrá el cielo la tenía, la incomodidad fué cuando cambiamos asientos, yo bien incomoda y el todo tranquilo.

Me colocó unos audífonos y con ello música.
—Estamos en medio de una persecución y me pondrás música, ¿Enserio?

—No quiero que dañes tus oídos.

Eso dijo y lo demás fué disparo, sentí completamente cuando una bala me rozó y me hizo sobresaltar casi provocando que chocaramos. Y como que molestó más al chico en vez de disparar a las ruedas, disparo al asiento del conductor. 

Miré por el retrovisor y la camioneta perdió el control chocando contra un árbol y así fue como seguimos el camino.

El pelinegro miró mí herida y con sus brazos me cambió rápidamente de asiento.

—En ese lado está un bolso de emergencia, allí encontrarás vendas y alcohol hasta que lleguemos a la casa.— su rostro era de preocupación.

Solo se que piso más el acelerador y salimos del bosque a la autopista.

[...]

Habíamos llegado a un gran campo, y lo supe porque debíamos cruzarlo antes de llegar a la casa, ésta no pude detallarla pues aún estaba la noche, solo se que es casi igual a la anterior.

Con la diferencia es que cuando llegamos una señora entrada en edad nos recibió.

—Mi niño— le sonrió al pelinegro.

Éste quiso devolverle el gesto, pero no lo logró.
—Tiene unas cuantas heridas.— le informó a la señora, ésta pasó a verme, de algún lugar debí haberla visto.
—Revisala y curala por favor, el jefe viene en camino.

Ella hizo una reverencia.
—Como ordene mi niño.

Me tomó con delicadeza y subimos a las escaleras, llevándome a una habitación alejada como la anterior, está era casi igual simplemente los colores cambiaban.

—¿Puedo saber que sucedió?— me preguntó con amabilidad. Mientras examinaba las heridas.

—Pues— hice una mueca cuando el alcohol tocó la zona afectada.
—Según entendí se metieron a la mansión.

Se quedó un momento en silencio como su recordara algo.
—Generalmente los enemigos se vuelven tus amigos para atacarte por la espalda.

Mí rostro se volvió un poema.
—¿Enemigos?— cuestioné.
—Señora por sí no lo sabía estoy aquí secuestrada...

—Mi niña— le interrumpo.

—En contra de mí voluntad y viene a decirme que tienen enemigos— bufé.
—Por favor.

Ella no respondió, simplemente se quedó en silencio aplicandome alcohol y pomadas en mis heridas.

Suspiró.
—Que lindo collar— me dijo al verlo.

—Me lo dió mi madre de pequeña— respondí.

La puerta se abrió de golpe mostrándome al pelinegro con una bandeja de comida en sus manos.

—Yo no comeré esa porquería— me levanté y entré al baño.

Pegué mí oído a la puerta para escuchar la conversación.

—Ha cambiado muchísimo— dijo la señora.
—No la recuerdo tan grosera.

¿Recordarme? ¿Acaso ella me conoce?

—Desde que la trajimos está así.— escuché un suspiro.
—Kim llegó ve a atenderlo.

—¿Seguro puedes con su berrinche?

¿Yo haciendo berrinche? Ja

—Es una niña mimada. 

Hijo de puta.

Abrí la puerta de golpe sobresaltando a la señora.

—Niña mimada tus pelotas— contesté molesta.

El chico me miró con cara de cansancio, ya acostumbrado a esto.

—Ve con Kim, yo puedo con ésto.

—Esto— me señalé.
—Tiene nombre.

El solo rodó sus ojos. 
—Tenemos que hablar— dijo irritado.
—Así que deja tus berrinches. 

Llevé mis manos a la cintura.
—¡Oh, Claro que hablaremos!— exclamé.
—Me debes explicaciones.

C R I M E N [Park SeongHwa]Where stories live. Discover now