El sonido de la música

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Hope esperaba que luego de la reacción inicial de Rama, él comenzaría a aceptar lo que le había revelado. Entendía perfectamente que estuviera en negación, después de todo, ella era la reina del «no hay tal crisis». Pero la salvajefobia de Rama no hacía más que crecer: daba clases enteras sobre cómo reconocerlos y protegerse de ellos, y hasta llegó al punto de inventar un sistema para que si alguien sabía algo de algún salvaje pudiera denunciarlo anónimamente. Hope, para provocarlo, se autodenunció, y aunque él la amenazaba todo el tiempo con contar que era una infiltrada, él mismo borró la denuncia.

Entraron al baño discutiendo, ella le suplicaba que abriera sus ojos, ya que tanto le gustaba cantar esa canción, y él la amenazaba con denunciarla si no lo dejaba en paz. De pronto, Esperanza registró que la puerta que daba al cuarto de los varones tenía un cartel de no molestar con un sticker rojo, y se intrigó.

-Es un código que armamos con los chicos. Ponemos cartelitos de distintos colores -explicó Rama-. Azul es «estoy estudiando», verde es «pasen tranqui».
-¿Y rojo para qué es? -preguntó Hope con total inocencia, y cuando Rama la miró con una sonrisa pícara, Hope sintió que se descompensaba-.
-Please, decime que ahí está Ito o León, aunque tan chiquito él...
-Depende para qué chiquito -dijo León entrando al baño junto con Ito.
-¡Matame, está Saimon! ¡Con Mar! ¡No! ¡Cartel rojo, no! -gritó Hope, y sin que pudieran frenarla, forzó la puerta e ingresó en la habitación corriendo, justo cuando Mar y Simón estaban en los preliminares de un encuentro amoroso:
-¡No lo hagan!

Mientras Hope discutía con Simón, que les pedía que se fueran, y Mar, pudorosa, aclaraba que no estaban haciendo nada, Ito recibió una llamado de la paisanita, que no dejaba de llamarlo. Él la atendió y, en un grito mordido, le ordenó:

-¡Te dije que no me llames más! -y cortó.

Pero no era Tefi la que lo había llamado, sino Tacho. Luca había escuchado a Tefi hablando con Nacho y se habían dado cuenta de que ella tenía su teléfono. Así que lo estaban llamando para exigir explicaciones. Ito cortó, pero no apretó bien el botón y el teléfono quedó encendido. Todos en la guarida escucharon la absurda discusión que se daba en el cuarto de los varones.

-Andate, Hope, quiero estar con mi novia-gritó Simón.
-Ustedes no pueden ser novios! -gritó Esperanza-.¡Nada de sexo!
-Hope los quiere frenar, ¿no?-preguntó Luca, extrañado.
-No le den bola a esta loca -dijo Rama.
-Tal cual, man. Mar necesita diversión después de lo que pasó con ese salvaje de Thiago-dijo Ito.
-Ni me lo nombres al enfermo ese, encima se escapó -dijo Rama.
-¡¡Garcaaas!! -gritó Tacho y en un impulso arrojó el celular al piso, rompiéndolo, justo cuando ingresaba Jazmín al cuarto y preguntó qué ocurría.

Hope logró su objetivo cortando el clima. León aprovechó que los tenía a todos juntos, y empezó a ofrecerles mercadería, ya que se le había ocurrido algo para ayudar a Paloma. Como los libros y la música que ella y el Profesor le habían dado generaban mucho interés en la urbe, le propuso a Paloma que le consiguiera todo lo que pudiera. Él lo vendería y con lo recaudado compraría provisiones y medicinas para darle a ella.

Jazmín le compró varios CD de música flamenca, una pasión que había descubierto recientemente. Rama siempre le compraba libros, y esta vez le compró uno llamado Un mundo feliz, de Aldous Huxley. Y Hope, al verlo, suplicó al cielo que ese libro lograra abrirle los ojos y desbolidizarlo un poco.

Luz comenzó a dar gritos rabiosos cuando Teo le informó que en el lugar que indicaba el transceptor que le habían colocado a Nina no había nada. Era el mismo lugar en el que ya habían estado, de hecho. Ella le ordenó que buscaran bien debajo de cada piedra, seguramente debería haber una puerta secreta, pero no encontraron nada. Cuando se dieron vuelta para irse, se quedaron duros al ver a un hombre sentado en un sillón antiguo, en el medio del bosque, leyendo un libro. Teo y sus hombres se pusieron alertas. El Profesor, que era el hombre sentado en el sillón, lo miró.

Casi Ángeles: La Resistencia (Leandro Calderone)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora