professor | r.lupin TRADUCCIÓN

Chocolate

Historia original de: barbzberry

Remus Lupin acababa de terminar de comerse el tercer chocolate ese día. Ya era de noche y había arruinado su cena. No tenía hambre, así que se quedó en el aula y esperó a que llegara el estudiante. 

Las palabras de Nancy lo habían dejado sin palabras. Ninguna chica le había dicho jamás cosas así. Remus pensó que era divertido al principio, pero cuando se sorprendió pensando en esas palabras, rápidamente negó con la cabeza y se puso de pie. Encontró una ocupación, pero su mente no cooperó. Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que miró a una chica de una manera diferente. El fuego en su corazón que tenía por Nymphadora Tonks se estaba apagando lentamente. La echaba de menos, pero si volvía a ese momento, no estaba seguro de querer tener una relación con ella. Simplemente no era lo mismo.

Escuchó el ruido de los pies y luego las puertas que se abrían. La pelirroja entró al aula, vestida de manera más inapropiada que en las clases matutinas. Ni siquiera estaba seguro de que fuera posible. Merlín, no estaba seguro de cómo Filch no se dio cuenta. No solo él, sino cualquiera.

—Buenas noches, profesor— saludó.

Su profesor suspiró, luego colocó otra pila de libros en uno de los escritorios del frente. Remus ya sabía que ella iba a ser difícil y él ya estaba cansado. ¿Quizás debería seguir comiendo chocolate hasta que se ponga gordito para que ninguna chica se le acerque? Por mucho que extrañara a alguien, tenía que concentrarse en ser un buen profesor este año. El resto vendrá fácilmente. 

Aunque no era estúpido. Sabía cómo se veía y notó toda la atención que recibía de las estudiantes. Muchas de séptimo años comenzaron a meterse en problemas a propósito solo para obtener detención. Desafortunadamente para ellas, la mayoría sufrieron detención por parte de sus jefes de casa.

—Estos libros deben revisarse y ordenarse alfabéticamente, señorita Pennington.

—Por supuesto, profesor.

Nancy sacó su varita y se preparó para lanzar un hechizo. Justo cuando abrió la boca, la voz severa de su profesor la interrumpió.

—Sin magia— dijo.

La pelirroja frunció el ceño primero y luego se guardó tranquilamente la varita en el bolsillo. Se ajustó la falda para que se vieran parte de sus muslos. El aire frío golpeó su piel y la hizo temblar un poco, pero se recompuso y puso la mejor sonrisa que pudo.

—Como desee, profesor.

Remus dejó que la chica hiciera su tarea y regresó a su lugar. Mientras calificaba las tareas que le había asignado a los de sexto año, notó que faltaba una. Volvió a contar los papeles, pero no pudo conseguir el número que necesitaba. Entonces, recordó. La chica que salió de la clase casi llorando. El hombre frunció el ceño, recordando su rostro enrojecido. Odiaba cuando la gente estaba triste. Sabía lo horrible que es contener las lágrimas en una habitación llena de gente y no quería que nadie se sintiera así. La dejó salir de la clase para que pudiera dejarlo todo en paz. Aún así, se preguntó qué causó esa reacción.

—¿Señorita Pennington?— gritó, abandonando los papeles en su escritorio.

La niña se dio la vuelta, esperando las siguientes palabras. Remus se detuvo por un momento, pensando si era correcto preguntar sobre un estudiante. Preguntar por el bienestar de alguien no está mal, ¿verdad?

—La chica de esta mañana. Peric-?

—Periculum. Roseanne Periculum.

—Bien, la señorita Periculum. ¿Se siente mejor?