Wasted Heart || Izzy Stradlin

Capítulo 1

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"I've been walking the streets at night
Just trying to git it right"

Patience - Guns N' Roses

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Caminaba por las frías calles de Los Ángeles.
Frías, no porque hiciera frío, sino porque era el modo en el que Allie las sentía. Frías, aburridas y siempre iguales.

Sus pies se movían en un ritmo lento y pesado, en dirección a un bar cualquiera.

Entró allí y sin poner mucha atención, pidió una bebida. Sin tanto alcohol y sin tanto olor como para pasar lo suficientemente desapercibida en tu casa.

Tomaba de su bebida, sin realmente importarle las bandas que estaban tocando o las o a las personas que pasaban a su alrededor. Hubo un silencio, la música se detuvo, el público se calló. La morena simplemente agradeció, pero el alivio duró realmente poco. Era solamente un cambio de banda, la que la gente había ido exclusivamente para ver, aparentemente. Una voz chillona se hizo presente en el lugar, provocando el furor de los espectadores, pero nada más que desagrado en la morena. Tal era, que una mueca hizo lugar en su rostro junto con la necesidad de saber quién era el dueño de tal tono. Allie levantó la vista, al mismo que tiempo que llevaba el vaso a sus labios, y descubrió a un pelirrojo con un estilo bastante peculiar. Bastante ¿roquero? No sabía, no parecía prestarle demasiada atención ni a él o al ruido que los demás detrás de él hacían.

Tenía que admitir que, era una muy buena voz, pero tal vez lo sería mejor si la usaba de otro modo. La música también lo era, solo que en ese momento era solamente ruido. Por lo tanto, decidió simplemente levantarse y retirarse del lugar.

Otra vez caminando, pero esta vez con un destino seguro. El mismísimo infierno. Es decir, su casa.

Elegía cuidadosamente las palabras. Era su casa, no su hogar. Hogar son las personas, no el edificio. Esas personas que te hacen sentir bien, que te apoyan y alientan, que te dan vida; no que te la sacan. Su casa, era simplemente un lugar donde ella era prisionera de las personas que vivían junto a ella.

Giró la llave y entró. Ahí estaba su madre, con una bata y los brazos cruzados, esperándola.

-¿Qué son estas horas de llegar?

-Ni siquiera es tan tarde, mamá

-Mañana tienes escuela, Allison

-No me llamo Allison -era verdad, ese no era su nombre, pero si la reprendía usando el nombre Allie no iba a tener tanta fuerza como si usaba Allison.

-Vete a tu habitación

Se iba a voltear a contestar, pero realmente no lo valía, sería para peor. Cabizbaja subía las escaleras, y caminó hasta llegar a su cuarto.

Aquellas cuatro paredes -sin exagerar- eran su mundo. En ese espacio, podía ser ella misma, sin sentirse juzgada por lo que pudiera pasar por su mente o hiciera. Aunque, siempre estaba en una constante alerta de lo que hiciera por lo que se pudiera escuchar del otro lado de esa puerta, que siempre permanecía cerrada. No acostumbraba a poner música muy alta, a conectar su guitarra o su bajo, a cantar o hablar muy alto. ¿La razón? Su familia. Hiciera lo que hiciera, siempre obtenía alguna queja por parte de alguno de los tres de cuatro otros integrantes de la casa. A veces en la noche se quedaba hasta tarde, solo porque en esos momentos los demás dormían. Era como si viviera sola, pero no tanto. A veces se dejaba llevar y bajaba la guardia, provocando una risa muy alta y, en el momento en el que se daba cuenta, era el momento en el que pensaba las palaras exactas que le dirían al día siguiente. Estaba cansada y sentía que necesitaba irse de allí, pero sus padres todavía pagaban sus estudios, sentía que no debía. Por suerte, éste era su último año.

Entró, se cambió de ropa por una más cómoda para dormir, puso las cosas necesarias para el día siguiente en la escuela, y se acostó. Había ubicado la cama de tal manera que, por la ventana, pudiera ver las luces de la ciudad acompañando la noche, así que era lo que hacía en este momento. Observó atentamente cada detalle de cielo, hasta quedarse dormida.