Wasted Heart || Izzy Stradlin

Capítulo 2

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"Puede ser un accidente, nena
Pero hoy ya no soy yo"

Hoy ya no soy yo – Gustavo Cerati 

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—Allie, ¿Cómo te encuentras? —era Roma, su mejor amiga.

—Roma, hola

—Mmm, no. Ese tonito no me gusta nada. ¿Qué ocurrió?

—¿Qué tono? No sé de qué estás hablando

—Allie, sabes que te conozco como nadie. Dos palabras bastaron para delatarte, vamos cuéntame.

—No es realmente nada fuera de otra mundo, sino que simplemente es mi cuerpo estando cansado de tener que estar viviendo siempre la misma situación. Siento que hay una gran monotonía en mi vida, de la casa a la escuela y de la escuela a la casa

—Necesitas conocer gente nueva Allie. Nuevas personas, nuevos mundos. Tienes 19 años, no puedes vivir así, al menos no deberías.

—Lo sé. Pero también sabes que no tengo el atrevimiento suficiente como para enfrentar a mis padres en eso. Mi hermano lo ha hecho, y nada bueno ha resultado de eso

—Al, tú no eres la misma persona que tu hermano, al contrario, eres completamente lo opuesto. Él es impulsivo y agresivo, tu eres muy empática y detestas la violencia, lo que... —la interrumpió

—Detesto la violencia por mi hermano, sabes las cosas que me hizo —la miró apenada

—Lo sé, Allie, lo sé. Sé que la mayoría de las razones por la que tú eres así es por como tu familia es y fue contigo. A decir verdades, has podido sacar algo realmente bueno de ello

—¿A qué costo? —expresó rendida—. Se adelantó y entró al salón, en dónde se sentaron una al lado de la otra, cómo usualmente.

El profesor entró, dando comienzo al martirio de todos los días.

Hacía las cosas como si fuera en automático. Las palabras entraban en su cabeza, pero realmente sin hacerlo al cien por cierto, como solía hacerlo.
Solía recordar cada detalle y cada explicación, cada cosa dicha y mostrada, la forma en la que era anotada en aquella blanca pizarra. Aunque involuntariamente, ella cambió y, por más que intentase poner atención en lo que hacía o escuchaba, no podía hacerlo por largos periodos de tiempo. Sentía que su cerebro no le respondía de la manera que ella quería.

—Señorita White, ¿Tiene una pregunta?

—Lo siento profesor Jefferson, ¿Podría por favor repetir lo último?

—Señorita, si usted no va a poner atención en mis clases, será mejor que se retire.

—Pero, profesor Jefferson, sí lo hago 

—Todas las clases es lo mismo con usted. Será mejor que ponga más atención si no quiere tener que repetir el último año de escuela.

Sorprendida ante la respuesta, la castaña giró su cabeza para mirar a su amiga, antes de tomar sus cosas e irse.

—¡Roma! —corrió hacia ella

—¿Qué carajo fue eso?

—No tengo la más pálida idea. No entiendo su reacción. Si pregunto, es porque estoy poniendo atención, no porque me pagan lo hacerlo. A él le pagan por enseñarme, no por quejarse —expresó con enojo y frustración 

—Déjalo así Allie, no lo vale. Sabes que yo puedo ayudarte

—Lo sé, gracias Roma —sonrió amistosamente 

—¿Te gustaría que hoy salgamos a algún bar? —su acompañante se frenó abruptamente y se giró para quedar al frente de ella

—Por favor —la emoción era evidente en su voz— vayamos a The Roxy. Allí siempre hay buenas bandas.

—Cómo amas la música, maldita melómana

La mencionada sonrió orgullosa—: La música es lo que me mantiene con vida —la italiana sonrió ante tales palabras, sabía que cada una de ellas era cierta—. Sabes, anoche anduve por uno de esos bares. Una banda muy ruidosa con un cantante muy chillón tocaba esa noche

—¿Qué?

—¿Qué, qué?

—So —rió divertida, provocando el mismo gesto en su amiga— ¿Viste tocar a Guns N' Roses?

—¿A quién?

—Guns N Roses, es una nueva banda que merodea las calles de los Ángeles. Tiene un cantante pelirrojo y chillón, un guitarrista con rulitos que dicen que es prodigio

—¿Y los demás? —preguntó al escuchar un silencio luego de mencionar aquellos dos integrantes— ¿El bajista? No puedes hablarme de una banda y no hablarme de quién toca aquel maravilloso instrumento —se quejó

—Lo sé querida Allie, sé de tu inminente amor por el bajo —sonrió— pero no, no sé mucho sobre él. 

—Estúpida —dijo entre dientes

—Tu hermana —contestó rápidamente, a lo que ambas rieron—. Dicen que es muy bueno, pero para saberlo por tu cuenta, tendrás que ir esta noche

—¿Pasas por mí?

—A las 9 estoy por tu casa