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— ¡Llegamos!— Dijo Rane ni bien dio un paso dentro de la sala con su bebé en brazos.

Herian dejó las bolsas con todas las cosas que compraron entre comida, ropa, algunas cosas de decoración, algunos libros y por supuesto cosas para el nuevo bebé de la casa.

—¡RAAAANEEEEE!— Dijo un Lexer corriendo hacia ella, seguido por Helian.

—¡Al fin ya estás aquí!— Exclamó el macho verde mientras ambos se aferraban a las pruebas de Rane.

—¿Que sucede?— Preguntó la humana sorprendida.

—¡Te extrañamos mucho!— Exclamó Helian.

— Muchito.— Completo Lexer.

—¡Rane!— Exclamó Rowen.— ¡Al fin llegaste!

—¿Tú tambien me extrañaste?— Preguntó curiosa.

—¡Si! Fueron las tres horas más jodidas de mí vida.

— ¡De nuestra existencia!— Dijo Raxhan.

—¡Rane!— Exclamó Lukkar emocionado para abrazarla.

—¿Okey?... Ammm...No es que me onfenda su amor pero... Solo fueron unas horitas... ¿Que sucede aquí?

— Creo que tienen el "síndrome de apego".— Dijo Dravos sonriendo.— Pasa a veces con los vínculos recién establecidos y cuando la sherik "desaparece" de su campo de visión se vuelven locos, desesperados.

— Básicamente nuestro cuerpo nos suplica por estar cerca de ti.— Explicó Niv.— Es como... Si nos faltara el aire.

— okey... ¿Y es normal esto?

— No es tan tan raro como crees.— Dijo Herian.

— ¿Que es eso?— Preguntó Lexer señalando con recelo al pequeño animal entre los brazos de Rane.

— ¡Oh! Él es mí bebé, se llama Lukian.

—¿Lukian?— Preguntó Helian celoso mientras Lukkar lo tomaba entre sus brazos para mimarlo.

— Sip, de Lukkar y "Ian" es por Herian y Helian.

—¿Y porque Herian está metido? Debería ser solo por mí nombre, ya que Lukkar es mío.

— Pero si no fuera por Herian no tendría a esta bolita.— Dijo Rane mirando con ternura la imagen de Lukkar y el bebé oso-leon.

—¿Le compraste una mascota?— preguntó Lexer celoso.— ¡Ahora tendremos que compartir nuestra atención con esa bola!

— ¡Hey!— Dijo Rane negando.— Podríamos tomarlo como un entrenamiento previo.

—¿Entrenamiento previo?— Pregunto Nix.

— Para cuando vengan los... Bebés.

Los machos gruñeron emocionados al pensar en ese momento y Rane negó. Machos, solo piensan en su orgullo.
Aún así Rane sabía que jugando esas cartas el pequeño Lukian sería aceptado.

— E-es ti-tier-tierno.— Dijo Lukkar jugando con Lukian.

—¡Okey! Primero mí hembra y ahora mí macho. ¿Que sigue luego, Lukian?— Dijo Helian y tomó al pequeño con cuidado y se lo dio a Herian.— Hay que establecer límites, Lukian.

Lukkar le dio un zape, algo que sorprendio a todos.

— No trates así al bebé.— Lo regañó.

— Estoy de acuerdo con Helian, necesitamos límites.

— Mientras ustedes lo piensan.— Dijo Rane tomando a Lukian.— mí bebé y yo iremos a la habitación.Bye.

Rane les sonrió y siguió su camino con el pequeño bichito que rornoneba, como si le hiciera burla a Lexer y a Helian.

— Me cae bien este pequeño.— Dijo Rowen riéndose, mientras se acercaba a ayudar a Herian con las compras.

Rane le dio una última sonrisa a todos mientras caminaba a su cuarto ansiosa por cambiarse y ponerse algo más... Liviano.

— Está es mí habitación, pequeño Lukian. Si... Es muy grande para mí, pero ahora somos dos así que... Aún sigue siendo algo grande.— Raje se acercó a la entrada del nido.— Allí es donde duermo.

— También es donde tus papis hacen muy feliz a mami.— Dijo alguien detrás de ella, Rane salto del susto y se giró al ver a Dravos.

—¡Hey! No le digas esas cosas al bebé.

— No digo mentiras, princesa. ¿No es allí donde te hacemos muy feliz?

— Si, pero es muy pequeño para entender tu perversidad.

—¿Perversidad? Es biología básica. Mira Lukien, mamá y papá se aman mucho, así que juegan ahí abajo a...

—¡Tentaculo!

En ese momento uno de los tentaculos le cubrió la boca, siguiendo la orden de su amada imposibilitando a Dravos hablar.

— Y esos son los tentaculos de papá que siguen la orden de mamá.— Le explicó Rane a Lukien, quein miraba curioso a Dravos.— Buen chico.— Le acarició Rane al tentaculo y este se tornó levemente rojo y luego a miró a Dravos.— Puedes hablar pero cuida tu lenguaje.

Dravos asintió y el tentaculo lo liberó receloso. Raje sonrió y comenzó a mimar al pequeño oso-león quién comenzaba a ronronear. Dravos miró hipnotizado a la belleza de su sherik, recordando viejos tiempos.

— Cuando dijiste que querías tener hijos conmigo no imaginé que sería esto.

— Bueno, para ser sincera a mí se me podría morir hasta un peluche... Así que quiero practicar. No me siento preparada para ser mamá... Pero que ustedes quieren bebés, esto los ayudará... Además... Él tampoco tiene una mamá, es un recién nacido sin mamá.

—Lo entiendo princesa.— Dravos le acariciò el cabello.— Te ves adorable con él... Aunque ahora tendremos que competir por tu atención.

— Ustedes los machos son muy posesivos.— Lukien gruñó.— Oh tu también eres así. Estoy rodeada de machos posesivos.

Dravos la tomó de las calderas sin lastimar a Lukian y le besó la frente. Rane se sonrojó por el acto tan íntimo y tierno, Dravos agitaba todo en ella con simpleza.

— Te extrañé mucho.

—¿Tú también? Solo fueron unas horas.

— Nos hemos vuelto adicto a ti.—Dravos le acariciò la clavicula lo que la hizo temblar.

— Eres un peligro para mí corazón.— Murmuró Rane y Dravos sonrió divertido.

— Y tú para el mío.

—¿Cuando me besarás? Lo estoy esperando.

Dravos sonrió antes de besarla cumpliendo el deseo de su amada. No era un simple beso, no era un simple deseo sino una fuerza más grande que  lucha por consumirlos, que lucha por la libertad de amarse sin maldiciones o pronóstico de muerte.

— ¿Que tal si en la tarde salimos tu y yo, solos?— Preguntó Dravos.

— ¿Dravos, el guerrero gruñón milenario me está proponiendo una cita?— Preguntó burlona.

— Solo si mí princesa dice que sí.

— Por supuesto que dice que si.— Rane sonrió realmente emocionada por tener tiempo a solas con su machos guerrero y luego miró al pequeño animalito que dormía entre sus brazos.— Me parece que tendrás que hacerle compañía a Helian.

— Quiero ver eso.

Ambos se rieron al imaginarse a Helian cuidando del pequeño Lukian, tal vez hasta deba pedirle a Lukkar que lo supervice.

Crónicas de Hyurilk: RaptadaWhere stories live. Discover now