Ghost Story

Nota 5 - Una varita magica

Harry Potter
26 de agosto, 2002.

Una muerte es realmente complicada de planear, sobre todo la mía, el más mínimo de los errores podría arruinar los planes que tanto trabajo han costado, meses de buscar las mejores estrategias y hacer que cada detalle encaje a la perfección en el lugar dispuesto. Me siento orgulloso de los resultados, es probable que no deba, pero igual lo hago.

Será un escándalo a lo grande, puedo imaginar los titulares, los rostros de Shock, hasta las falsas lágrimas de algunos. El caos en el ministerio, los aurores siendo presionados a descubrir la verdad, a encontrar al culpable, porque nunca se detendrán a pensar que yo mismo lo ocasione.

Si el plan funciona, no sabrán que paso sino hasta años después.

Nunca pensé estar haciendo esto, pero no hay ocasión para arrepentimientos, no cuando la tranquilidad que obtendré a cambio valdrá la pena. A veces vaciló, considerando que tal vez me arrepienta en el último segundo, hoy en día no creo que lo haga.

En la tarde me ocurrió algo extraño, siendo quien soy no debería causarme sorpresa. Algunos pasos de plan requieren que tenga a la mano una varita mágica, por obvias razones no puedo utilizar la mía, sería una locura. A causa de ello me dispuse a ir al callejón Diagon, iba vestido de forma que no me reconocieran, mi intención era acercarme al mercado negro pero mi instinto me hizo cambiar de idea.

Lo que sucede con eso, y es gracias a mi experiencia como auror que se, es que la mayor parte de los vendedores siempre quieren un doble beneficio, mantienen tratos con el ministerio, informando de casos singulares a cambio de una buena cantidad de dinero, entregando varitas rastreables y que terminan por llevar ante quien lanzó los hechizos. No podía arriesgarme hasta confirmar el negocio y como no tengo tiempo preferí no hacerlo.

El punto es que acabe en el negocio de Ollivander. Al entrar tuve esa misma sensación del día en que conseguí mi primera varita. Su mirada me aseguro, que ya esperaba mi presencia y no me había cambiado, noto quién era de inmediato. Me reí nervioso y traté de explicar mi atuendo, no fue necesario, me dijo que hay cosas en la magia que no requieren una explicación, no comenté nada, no agregué las preguntas que sonaban en mi cabeza.

Fue a la parte trasera de la tienda y regresó con una caja pequeña, no mencioné que buscaba en especial, pero eso también lo sabía. Me confundí cuando dentro no vi una sino dos varitas, procedió a decir orgulloso que una era el complemento de la otra, que ambas funcionaban a la perfección. Advirtió mi confusión e hizo un comentario que empeoró mi estado, son imposibles de rastrear, su magia en muy fuerte, ideales para aquellos que dejaran su vida atrás.

Aun, horas después sigo pensando en sus palabras.

Luego de eso fui a casa de Andrómeda, Teddy corrió hacia apenas me vio, es un niño tan espontaneo y alegre, me gusta que tenga una infancia feliz. Tiendo a contarle historias de sus padres, cuando no está cambiando su cabello o rostro se parece a Remus, su personalidad es mas de Tonks y la herencia de Metamorfomago que también fue de ella.

Para la cena llegó Draco, fue un poco incómodo al principio, Andrómeda sabe la verdad de nuestra relación, así que Draco me dio un beso, Teddy aplaudió el gesto y cambió su cabello a rubio y ojos a verdes, como si fuera nuestro hijo.