Capítulo 9: Decoraré las paredes con tu sangre y pinturas de Van Gogh...

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TESSA

-Hum... Tengo hambre... ¿Cuándo va a estar lista la cena?- Pregunté cuando mi estómago rugió con fuerza. Escuché una carcajada por parte de Rebecca, quien estaba calentando sopa de pollo para Dylan, Marcus y yo. Harrys se alborotó el cabello y me miró de reojo, sonrió de medio lado y soltó una risa por lo bajo. Puse una expresión de enojo mal fingida, y le saqué la lengua, ¿Cómo se atrevían a reírse de mi hambre? el rubio de ojos azules mi miró con esos ojos que reflejaban los míos, recordándome a la "cita" que tendríamos esta noche. De la cual solo había hablado una vez...

-El microondas dice que faltan 40 segundos- comentó Rebecca, apoyándose en la mesa y mirando a Dylan. Luego me miró a mí. Luego miró a Dylan. Luego me miró a mí. Luego sonrió. Miró a Dylan. Marcus estornudó fuertemente. Ella le pellizcó una mejilla. Me miró de nuevo y luego a Dylan. Tal vez eso se debía a que, la noche anterior, cuando Dylan me había besado, ella estuvo observando desde la puerta entreabierta de su habitación, había escuchado nuestra conversación y probablemente hasta nos había tomado fotos sin que me diera cuenta. De hecho, Rebecca estuvo toda la noche preguntándome cómo besaba Dylan. Era desastroso... Y embarazoso. Dylan y yo intentábamos evitar el tema, pero Rebecca no lo hacía fácil.

*Ding*

¡¡¡Timbre!!! Corrí hacia la puerta mientras los demás en la habitación me miraban extrañados. Giré la perilla, pero afuera no había nadie. Absolutamente nadie. Ni un alma. Pero yo no esperaba encontrar a nadie con alma, solo esperaba encontrar al idiota andante llamado Damond Phoenix. Palidecí y escuché las carcajadas de Marcus detrás de mí.

-Tessa, solo era el timbre del microondas...- dijo entre risas mientras yo volvía a cerrar la puerta, algo avergonzada por mi comportamiento.

No me agradaba la idea de extrañar a Damond, mucho menos de llegar a esperar que se comportara diferente conmigo; pero de veras deseaba verlo, por lo menos hablar con él. Parecía ser la única a la que le preocupaba el hecho de que Damond llevaba dos semanas sin aparecer, no asistía a clases, no estaba en los recesos. Ni si quiera su amigo Leo sabía dónde estaba y él sí parecía preocupado. Su auto estaba siempre en el estacionamiento, pero no parecía moverse en ningún momento. Nadie tenía noticias de él y solo a mí parecía molestarme al punto de necesitar verlo bien aunque sea un segundo.

Dylan parecía alegrarse de la ausencia de Damond, y no era para menos. Él y Damond se llevaban peor que agua y aceite... Eran peor que perro y gato. No había manera de que conversaran sin asesinarse con la mirada e insultarse un par de veces antes de caerse a golpes.

Por otro lado, mi piel ardía de vez en cuando ante el contacto de Dylan, en el sentido literal. Era como si quemara ligeramente el roce de su piel. Supongo que era normal cuando a uno le gustaba una persona... ¿O acaso tenía la piel muy sensible?... Supongo que algo así debía ser.

Me senté de nuevo en la mesa y contemplé como Dylan, distraídamente miraba impaciente su reloj. En la mañana él me había mencionado que hoy iba a ser un gran día para él, y que tenía una reunión especial en la tarde. Sinceramente, no tenía ni idea de lo que era, pero Dylan parecía alegrarse cada vez que hablaba del tema, así que supongo que era algo bueno. Digo, Dylan no mataría ni una mosca, era sin duda alguna la mejor persona que podía existir en este mundo ¿No?

.....................

DAMOND

 Abrí los ojos justo en el momento en que el cubo lleno de agua bendita soltó todo su contenido sobre mi cara. Mi rostro ardió con terrible fuerza y un gruñido de dolor e ira escapó de mis labios. Mis manos ya no estaban atadas por una soga, sino que estaban aprisionadas con una cadena de hierro celestial, al igual que mis pies. Más o menos era la misma mierda que una soga bendita solo que causaban más dolor y eran más resistentes. Las cadenas me impidieron levantarme del suelo con facilidad, de modo que me caí un par de veces antes de poder parame de manera estable tambaleándome un poco. Observé la cara de Endrino que mostró una sonrisa soltando la cubeta vacía en el cuello, haciendo que esta produjera un tremendo estruendo.

Maldiciendo el DestinoWhere stories live. Discover now