Capítulo 3. Dylan Harrys...

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TESSA 

-Entonces... llevas tres días ignorándome y aun no respondes mi pregunta...-dije jalando a Damond por el brazo, haciéndo que se volteara a mirarme.

-No respondo tu pregunta porque no hay ningún contrato escrito que me obligue a hacerlo...-bufó con una sonrisa burlona

-Eso es hacer trampa..- dije en tono infantil y luego poniendo ojos de perrito solo para molestarlo- Dime... dime, dime, dime, dime, dime...-

-Cállate...-

-Dime, dime, dime, dime, dime...- seguí insistiendo, pero Damond se volteó a mirarme fríamente y torció la boca en un gesto de disgusto.

-Deja de seguirme... Nada me obliga a responderte nada, no necesito de tu ayuda en química ni en ninguna otra materia, así que mejor te alejas de mí, a menos que quieras que te vaya mal- sentenció con voz enojada alejámdose de mí a paso decidido.

-¡Hey!- Me llamó la voz de Rebecca desde el otro lado del pasillo- ¿A dónde vas? recuerda que nos toca Física- Desistí en mis intentos de seguir al de ojos rojos y, algo decepcionada, me dirijí al salón con Rebecca.

Nada más quedaban como tres asientos disponibles así que me apresuré a sentarme en uno cerca de Rebecca. Pero otra persona llegó primero. Era un chico de tez morena, bastante alto y delgado, pero dentro de su escaso grosor, ténues pectorales se marcaban por encima de su camisa; las venas de sus brazos también sobresalían, demostrando que el chico tenía un físico impresionante. Tenía en su cabeza un largo cabello rubio, de un tono doradizo parecido al del oro, enrulándose en el área de las orejas, poseía facciones afiladas y una nariz perfilada. Sus ojos azules, bastante claros... juraría que del mismo color que el cielo mismo.

-Eh... lo siento... quédate con el puesto...- dije dando un paso hacia atrás.

-No te preocupes- me dedicó una sonrisa cálida y, asintiendo con la cabeza, se sentó en el puesto que estaba al final del salón..."Maleducada de porquería" dijo una voz en mi cabeza "¿Qué pasaría si aquel muchacho se estuviera muriendo de una enfermedad terminal y su último deseo fuera sentarse en una silla al lado de Rebecca?" callé la voz irónica dentro de mi cabeza.

-Quítate de mi silla- susurró una voz a mi derecha... Damond...

-Yo llegué primero...-repliqué cruzándo mis brazos y torciendo la boca...

-Tu me obligaste... no querìa llegar tan lejos...- sentenció. Se dirigió hacia el profesor y gritó- No Tessa... por favor...Mi silla es mi única posesión de alma en esta vida... mi único deseo es prestar atención a la clase... Deja de molestarme... Profesor, Teresa me ha quitado mi puesto y ahora me impide concentrarme en clase... Solo deseo prestar atención para mejorar mis notas...- El profesor me miró con el ceño fruncido y pronunció las palabras "Salga de mi clase"... Damond, cretino idiota...

Me levanté de mi puesto y maldije internamente con todas las palabras que una dama no debería decir... No dije nada (al menos no en voz alta), saliendo del salón. Ni si quiera me volteé a mirar si Damond conservaba aquella sonrisa burlona, solo rechiné los dientes.

"No puedo creer que sea tan cretino como para haber hecho que me sacaran de salón... Sabía que era un imbécil, pero no pensé que por una maldita silla llegara a hacer algo tan estúpido como eso... Maldito Phoenix..." Me alejé por el pasillo mascullando con paso decidido...¿Ahora qué hago? "Regresa a tu habitación y piensa en las mil y un maneras de matar a Damond"

-Entonces...¿Tienes un plan... un itinerario...o simplemente vas a murmurar cosas inteligibles hasta llegar a tu habitación?- dijo una voz vagamente familiar a mis espaldas... me di la vuelta solo para encontrarme con el "chico que cedió al asiento antes de que un cretino me lo quitara" quien llevaba una sonrisa graciosa y el pelo algo despelucado, ¿por qué se veía tan feliz y qué rayos hacía fuera de clase?

Maldiciendo el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora