Capítulo 17-Padres.

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𝓙𝓾𝓹𝓲𝓽𝓮𝓻.

—¡Hola! —exclamo entrando a la casa de mis padres, al instante detecto un delicioso aroma a bizcocho.

Agnes, mi madre, aparece desde la cocina.

—¡Júpiter! Cariño, ¿cómo estás? —me da un cálido abrazo.

Soplo para mover el mechón rubio que está contra mi nariz mientras me abraza. Su pelo es tan rubio como el mío, claramente lo herede de ella al igual que el físico.

—Bien, mamá, ¿y ustedes? ¿Cómo han ido las cosas?

—Me alegro, cariño, nosotros estamos excelentes. Ahora estaba haciendo un bizcocho para que después comamos.

—Ya deseo probarlo, siempre te quedan deliciosos. ¿Y papá? —mamá sonríe, mirándome con sus alegres ojos azulados.

—Debe estar en el patio trasero regando las plantas.

—Okey, iré a saludarlo—salgo al exterior y ahí está Jack, mi padre. Observo su espalda a medida que me acerco y escucho como tararea una canción mientras riega las plantas.

Veo en una esquina el viejo telescopio que usaba con mamá y sonrío por todos los buenos recuerdos junto a ese telescopio.

Me acerco a mi padre y lo abrazo por detrás, enrollando mis brazos en su torso y apoyando mi cabeza en su espalda.

Se sobresalta ligeramente.

—Oh, hola, hija. ¿Cómo estás?

—Hola, papá, estoy bien, gracias. ¿Y tú? ¿Cómo van las plantas?

—La verdad, es que no lo sé. Tu madre me dijo que las regara, yo solo le hago caso—siento como ríe levemente— ¿Tienes hambre?

—Sí, mucha—me posiciono a su lado y sus ojos verdes me miran sonrientes—. Mamá te tiene en la palma de su mano, eh.

—Es lo que causa el amor, hija mía, con tal de verla feliz soy capaz de todo, y si mandarme a regar las plantas la hace feliz... Pues ya ves.

—El amor de ustedes me encanta, es como el amor que todos deberíamos tener—digo esbozando una sonrisa

—Tú tendrás ese gran amor, Júpiter. Pero no llega de la noche a la mañana y a lo mejor tendrás que pasar por otros amores antes del grande. Hay muchas posibilidades, pero cuando lo sientas en tu corazón, en tu estómago, en tu mente y... Bueno... En otras partes, también... Vas a ver que será el indicado.

—En otras partes, eh—me burlo.

—Ya sabes a lo que me refiero—se ríe—. No te burles de mí.

—Supongo que fue así con mamá.

—Sí, pero para ella fui invisible por mucho tiempo. Por eso tienes que tener paciencia, puede que el amor lo tengas muy cerca y no te hayas dado cuenta o también puede que todavía no lo conozcas.

—Me da miedo equivocarme, papá—confieso mirando una de las hermosas flores.

—Equivocarse no es algo malo, hija. Hay que aprender de los errores, rescatar lo bueno y lo que nos puede ayudar a no cometer el mismo error en el futuro. En el amor se pueden cometer muchos errores, pero vas a sentir ese amor cuando sea el momento.

—Te quiero, papá—le sonrío y luego le doy un abrazo.

—Y yo a ti, hija—deja un beso en mi cabeza.

—¿Vamos adentró? Tengo hambre.

—Entonces vamos a cenar ya—nos dirigimos hacia el interior de la casa.

Júpiter [+18][EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora