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Olivia

—¿Cómo te fue? —preguntó Brook.

—¿Es lo que esperabas? —continuó Aaron.

—¿Alguien te pidió tu número? —siguió Jaden.

Los tres me seguían a mi habitación. Me encontraba cansada y confusa por todo lo que había escuchado. Recordaba aquellos días de misa en los que Walter y yo asistimos, después solo asistía él.

—Chicos, me fue muy bien. Los señores Maeson son muy atentos y la misa estuvo increíble. Nadie me pidió mi número y de haber sucedido me hubiera negado. Si me disculpan, voy a quitar el glamour de mi presencia y tomaré un descanso.

—Claro. Nosotros estaremos abajo por si necesitas algo —respondió Brook con una sonrisa.

Los despedí agitando mi mano. Los chicos bajaron las escaleras y desaparecieron de mi vista. Aunque me encontraba en el tercer lugar de la tabla, me había negado a tomar la habitación de Brook y quedarme en la misma para estar cerca de Jaden.

Abrí la puerta y entré, quitando mis zapatos con torpeza y cerrando la puerta detrás de mí.

Mis ojos se posaron en una caja encima de la cama. Esta tenía el diseño de la tienda de donas cerca del hospital. Instantáneamente pensé en Nick, y en vez de preocuparme por su presencia en mi habitación, sonreí.

Escuché la puerta de mi armario abrirse lentamente. Tomé la caja de donas en mis manos.

—Es impresionante cómo logras escabullirte —dije, dándome la media vuelta. Pero la persona que salía del armario, no era Nick, sino Evan.

—Solo entré y me escondí en el armario.

—Gracias por la sorpresa, pero no puedo aceptarla.

Estiré las manos con la caja.

—¿Por qué?

—Hay una chica en la casa de a lado a la cual le hace más falta un obsequio tuyo.

Johanna se notaba triste y desanimada, quise hablar con ella, dejando a un lado lo herida que estaba por la preferencia de Evan, pero simplemente decidió responder con sonrisas fingidas.

—Las compré especialmente para ti.

—Gracias, pero insisto.

Evan tomó la caja entre sus manos.

—Johanna es una chica muy dulce, no la lastimes.

—No pienso hacerlo.

Se quedó frente a mí mirándome directamente a los ojos. Su mirada era sincera, perdido en un sin fin de pensamientos y decepcionado de algún sentimiento que lo frustraba. Podía notarlo ya que me sentía de la misma manera, solo que sabía disimularlo.

—¿Ya te olvidaste de lo que alguna vez sentiste por mí? —preguntó sin dejar de verme a los ojos.

—Sí.

—¿Y qué era exactamente lo que sentías?

—Evan, me hiciste sentir tantas cosas que no podría definirlas en una sola respuesta. Y ese fue mi error, confundirme a tal punto de creer que lo que sentía, era falso.

—¿Y si yo hubiera sido diferente? ¿En circunstancias diferentes?

—Creo que no serías tú el que estaría aquí, frente a mí —respondí, refiriéndome a Walter.

—¿Lo dices porque lo asesi...?

—¿Qué?

—Lo asesinaron. Lo siento, solo no quería recordártelo.

Los aliados [GAMEOVER 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora