彡3彡

13.6K 1.2K 90
                                    


𝕰𝖓𝖈𝖆𝖓𝖙𝖆𝖉𝖆 𝖉𝖊 𝖈𝖔𝖓𝖔𝖈𝖊𝖗𝖙𝖊

Mirando el brazalete, formulé una respuesta rápida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mirando el brazalete, formulé una respuesta rápida. Porque, por razones obvias, no podía decirle que era un regalo de protección de una bruja para camuflarme.

—Fue un obsequio de mi padre —comencé, tocando con delicadeza el tejido del brazalete— un regalo de despedida —Isaac asintió y pronto, quise cambiar de tema— ¿y quien es Peter?

Posé mis ojos en los de Derek, quien, algo cohibido, se colocó derecho, sin apartar la mirada.

—Un familiar, nadie importante.
Interesada, coloqué mis codos sobre la mesa y apoyé mi rostro en las palmas de mis manos.

—¿Cómo un familiar puede ser "nadie relevante"?

A mi lado, Kael sonrió— me parece que te va a arrancarte la cara.

Isaac soltó una risa— si Derek, ¿cómo un familiar puede ser nadie importante?

Derek negó lentamente y, ignorándonos, sujetó una revanada de Pizza.
Stiles ocultó su sonrisa, al igual que Scott del otro lado de la mesa.

Me limpié los dedos con grasa de la pizza en una servilleta que Stiles me proporcionó. No pude evitar sentir la mirada de Scott en mí, durante los siguientes minutos de la cena. Nuestras miradas se cruzaron más de una vez.
Me ponía nerviosa, pero no de la mala manera.

—Gracias por la cena y la bienvenida —formulé, saliendo de la silla, donde estaba.
Los miré sonriendo a todos y moví mi mano en un saludo— buenas noches.

Oyendo sus saludos, y con una última mirada a Scott, me alejé hacia mi cuarto.

Una vez allí, vi a Kael colgarse del ventilador del techo.

—La verdad, me gusta esta pieza —admiró.

—A mí también —coincidí, mientras desempacaba mi maleta más pequeña, en dónde tenía mis. . . Utenzilios.

Procuré que estuviera todo en orden, volví a cerrarla y la escondí debajo de la cama, detrás de unas cajas pequeñas donde tenía más utensilios.
Una vez hecho, suspiré y me tiré a la cama.

—¿Qué te pasa? —cuestionó Kael, tirándose a mi lado.

Mi relación con Kael era un amor/odio. Es decir, a veces lo odiaba, a veces lo amaba. Porque crecí con él, un amigo que nunca se fue.

Miraba la habitación, la otra mirada.
Sentía una leve molestia, cerca, como si alguien, sin poder descansar en el sueño eterno, deambulara por la casa. Un alma en pena.

Saliendo de aquel plano, le respondí a Kael.

—Pienso —respondí, mirando el techo— mañana mismo, conoceré el lugar, las personas y veremos por donde comenzar.

La Médium • Scott Mccall  /en Edición\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora