Capítulo XXIV.

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—Así que trabajaste para Xiao Zhan por cuatro meses, eso es más que el promedio. Excelente. Por mí, no tengo problema en que empieces desde hoy.

—Es usted muy amable —responde con una sonrisa.

—No tienes por qué agradecer. Tu currículo me deja gratamente impresionado. Te espero mañana a las ocho de la mañana, si decides firmar el contrato.

—Gracias, por su confianza—dijo —¿Eres bueno jugando? Entonces te enseñare lo divertido que es jugar entre dos —pensó el menor. Hace una reverencia antes de salir de aquella inmensa oficina. Una sonrisa ladina lo acompaña—. Hasta mañana señor, Liu Haikuan.

—Haikuan está bien para mí. Nos vemos mañana.

El menor lloro; lloro peor de lo que lo había hecho al terminar su aventura con el mayor. ya no había ninguna posibilidad de que todo fuera un malentendido, definitivamente era la peor escoria del mundo.

Yibo se sentía, seco, asfixiado, roto, sentía que nadie valía la pena, sentía que todos eran falsos, todos menos sus dos mejores amigos, Sunny y Seungyoon, ellos eran la excepción.

En ese momento odia a todos los que no creyó que odiaría. Ayanga, era igual que el mayor, Gongjun, su primo Haoxuan también lo eran, hasta el señor Han estaba allí, tantas mentiras que le dijo, tantos consejos, solo ayudaba a su amo como un perro.

Su sonrisa parecía haber desaparecido completamente, ahora se sentía frio, peor que un tempano de hielo, no sentía calidez por nada, su mirada seria de antes, se había helado, ahora sentía que podía esbozar una sonrisa de hipocresía, eso era todo. Ese chico dulce y adorable que decía el mayor, había muerto.

Solo había algo que le daría dulzor a su alma, y eso era el dulce sabor de la venganza. Haría que Xiao Zhan se arrepintiera toda la vida de haberlo engañado como lo hizo, de que se hubiera burlado de él. Todos lo hicieron. El juego que jugo lo hizo solo, pero él ahora estaba dispuesto a jugar su mismo juego. ¿Qué tan bajo estaba dispuesto a llegar? Hasta el fondo, no le importaba el lodo del que se fuera a untar.



*Cuatro meses después*

—Creo que me has traído demasiada suerte. Los negocios de los últimos meses han salido sobre ruedas, y eso es gracias a ti —dice sonriendo.

—Es mi trabajo aconsejarte, siempre sé que es lo mejor. Conozco todas las tácticas de la competencia, es obvio que tendremos alguna ventaja.

—Eres el mejor, pero a veces pienso que ere una pequeña mierda sin corazón.

—Y estás en lo correcto. Nunca te he dicho que tenga uno.

Ambos hombres se besan apasionadamente, jugando un poco con sus leguas, el menor sobre las piernas del otro. Haikuan parecía cada vez más perdido por el menor, sabía que era un manipulador, pero le fascinaba, siempre le atraía ese tipo de personas.

Era tan diferente de cómo lo describía uno de sus amantes y mejores amigos. Se rio para sus adentros al darse cuenta que era su obra maestra. Ni siquiera había tenido que coquetearle, él tuvo la iniciativa y eso era lo mejor.

Aun no tenían sexo, aunque jugaban un poco con sus cuerpos, siempre había tiempo para masturbarse entre ellos, pero el último paso aun no lo permitía, o no lo quería. Cuando supo que era activo, estuvo dispuesto a ser pasivo, para Liu Haikuan no importaba tanto la posición, más bien la diversión, podía ser versátil si se necesitaba, pero el menor, aun así, no quería. O tal vez estaba esperando el momento correcto.

Irreversible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora