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LISA POV (PASADO)

Nosotras nos tomamos el chocolate y las profesoras Rosé y Jisoo se pusieron una copa, pero aunque durante un instante pareció que seríamos capaces de hablar, no duró demasiado.

La profesora Jisoo fue la primera en darse cuenta de que al final no nos habíamos presentado, como había pedido la profesora Rosé. Así que, cuando bajamos a la cocina, le ofreció la mano a Jisoo y dijo:

-Soy Kim Jisoo, como ya te habrá dicho Lisa, y ella es Rosé Park.

-Ho... hola -tartamudeó Jennie-. Yo soy Jennie Kim. Soy una... una amiga de Lisa.

La profesora Jisoo sonrió con ironía y dijo: -No me digas.

Todas nos reímos.

Hubo risas de nuevo cuando Jennie y yo explicamos, algo avergonzadas, lo de los yelmos-cacerola. Pero después de eso todas nos pusimos muy tensas; Jennie y yo nos ocultamos tras las tazas de chocolate y las profesoras tras sus copas. La profesora Jisoo y Jennie intentaron hablar, pero la profesora Rosé no decía ni una palabra: no es que nos fulminara con la mirada, pero tampoco tenía una expresión precisamente amable. Y yo tampoco era capaz de soltarme. Finalmente, después de unos diez minutos, la profesora Jisoo dijo:

-Bueno, creo que estamos todas demasiado alteradas para hablar de esto esta noche. ¿Por qué no se van a casa por ahora y vuelven mañana, a comer tal vez, o...?

La profesora Rosé le lanzó una mirada siniestra, y la profesora Jisoo se corrigió:

-O mejor después de comer.
¿Qué les parece sobre las dos?

Jennie me miró y yo asentí, y después la profesora Jisoo nos acompañó arriba, hasta la puerta principal.

-Hemos quitado las sábanas -dijo Jennie tímidamente mientras volvía a ponerse la chaqueta de leñador-. Si quieren, podemos llevarlas a la lavandería también.

-Muchas gracias, no hace falta -dijo la profesora Jisoo, algo sorprendida.

Nos sonrió como si quisiera decirnos que todo saldría bien, pero observé que le temblaba la mano al abrir la puerta. Hice que Jennie se apresurara a salir delante de mí.

Acompañé a Jennie hasta el metro, pero las dos estábamos demasiado afectadas para hablar. Jennie me abrazó rápidamente antes de cruzar el torno.

-Te quiero -susurró-. ¿Podrás al menos tenerlo presente?

-Lo intento -respondí. Ni siquiera estoy segura de haber respondido al «te quiero» de Jennie, aunque sé que lo pensaba, y sé que lo pensé durante toda aquella noche que pasé en vela.

Las profesoras Rosé y Jisoo parecían algo más tranquilas al día siguiente, por lo menos de puertas para fuera, pero Jennie y yo estábamos muy nerviosas.

La profesora Rosé nos abrió la puerta; llevaba unos vaqueros y una camisa manchada de pintura sobre un jersey de cuello vuelto, tenía el pelo recogido en una coleta y comprobé con alegría que sostenía un pincel en la mano.

-Hola -dijo, algo brusca pero con una sonrisa. Parecía más relajada y más ella misma, por lo menos hasta donde yo la conocía. Soltó el pincel-. Pasen. ¡Jisoo, son Lisa y Jennie! -exclamó en dirección a las escaleras.

-Enseguida voy -respondió la profesora Jisoo, y la profesora Rosé nos llevó hasta el salón.

El gato naranja, que estaba acostado sobre el montón de periódicos dominicales, se subió al regazo de Jennie en cuanto ella se sentó, se enroscó allí y empezó a ronronear.

-Le gustas -comentó con torpeza la profesora Rosé mientras se quitaba la camisa manchada y la arrojaba a la habitación frontal.

-A mí también me gusta él -dijo Jennie, y acarició al gato.

La chica en mis pensamientos. (Jenlisa)Where stories live. Discover now