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El trabajo puede ser laborioso.

Sala de Enfermería.

El humo del té se filtraba a través de su pequeña nariz, absorviendo la cálidez que dicha bebida pegaba contra su frío rostro. Hillen miraba ansiosamente a la mujer mayor de espaldas a ella, su corto cabello había crecido más largo de lo que podía recordar, y en sus puntas se podía apreciar el raro rosa quarzo que siempre poseía, haciéndola destacar más de lo que naturalmente ya lo hacía.

Extraño y hermoso.

Ninguna de las dos sabía como empezar la plática, había pasado años desde que se habían visto desde la última vez, y la fémina menor no tenía idea de como romper la tensión acumulada. Hillen se dió cuenta que su hermana era capitana del Equipo de enfermería, ya que solo un doctor y/o médico con experiencia podía tener un consultorio para atender a los heridos luego de las expediciones.

──Entonces... Ese castigo fue algo cojo, ¿No? ──habló Hillen, para dejar ese trato de hielo que se había formado.

Hirey rió de todo corazón, recogiendo los documentos de los soldados a quienes había atendido y etiquetados como fraudulentos por aquellas declaraciones de esos hombres.

──¿Mandarlos a correr hasta el amanecer no es suficiente para tí? ──dijo divertida, dándose vuelta y dejando que su hermana viera cuanto había cambiado en todos esos años sin verse.

──Debiste dejarlos sin desayunó también. ──la más baja le siguió el juego.

──Eso sería muy cruel. ──rió con jubiló la de orbes rosas.

Luego quedaron en silencio, cada una en sus propios pensamientos. Hillen miraba del suelo a la más alta, antes de bajar su mirada al suelo otra vez con el ceño fruncido, se preguntaba si era este tipo de tratos que la mayor debía soportar día a noche. No era muy ético, sabía que los soldados carecían de tacto, se aprovechaban de ella por ser una noble y de personalidad tranquila. Naturalmente las personas harían lo que fuese para aplastar a alguien "superior".

──Entonces...

──Yo...

Las dos se miraron a los ojos, haciendo que Hirey sonriera de manera triste.

──Lo lamento, no quería que nuestro reencuentro fuera de esta manera. ──comentó Hirey, dejando los documentos perfectamente empiñados unos encima del otros.── Pero estas cosas pasan a menudo, me gusta ayudar, así que no importa.

──¿No importa? ¿Entonces solo dejas que esos pedazos de mierda te miren por debajo como un insecto? ¡Se aprovechan de tí!

Hirey se sorprendió por la franqueza de su hermana. Incluso Hillen se sorprendió por tal... Vulgaridad saliendo de sus labios. La mayor no respondió, solo mantenía esa sonrisa de disculpas que llevaba cuando algo no salía bien.