Tres

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¡ZAS!

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¡ZAS!

- Mama, porfavor...
- ¿PORFAVOR?

¡ZAS!

Mi madre volvió a pegarme un manotazo. Acababa de venir del instituto, ella me había cogido de mi camiseta y me había empujado hacía la pared mientras me daba manotazos.

- Mama... yo no...
- ¿PORQUÉ HAS HECHO MAL LOS DEBERES DE TU HERMANA?

¡ZAS!

- ¡Contesta! - me gritó mi madre mientras levantaba la mano, dispuesta a darme otra torta.
- Mama yo... yo no me he dado cuenta, era... era muy difícil uno de los problemas y sin querer me he equivocado, no... no ha sido mi intención...

Justo cuando mi madre iba ha darme otra torta, mi teléfono móvil sonó.

Todo el mundo se quedó quieto. Ni mi madre, ni mi hermana mayor quería que nadie supiera que me trataban así.

- Ya contestó yo... - dijo mi hermana mayor.

Cuando ella se fue, mi madre me dijo:

- Como llame algún profesor... preparate.

Yo mire al techo pidiendo que este infierno terminara, que alguien me sacara de allí cuanto antes.

Y como si el universo me hubiera escuchado, mi hermana mayor, Vera, entró en la habitación sosteniendo mi móvil mientras me decía:

- Es un chico de nuestra clase, dice que habéis quedado y que esta esperando en la puerta.

Vera me pasó el móvil, yo lo cogí:

- ¿Hola? - pregunté.
- ¿Hola?, ¿Esto va enserio niña? Lo primero que se te ocurre decirme es ¿Hola? - me respondió una voz.
- ¿Dylan?
- A ver niña, me vas a abrir la puerta o no, te has olvidado de nuestra quedada ¿verdad?
- ¿Quedada? ¿Qué quedada?
- Tu solo vístete y sal ha la calle, te estoy esperándote en la puerta de tu casa. - dijo Dylan y colgó.

¿Qué?

¿Yo quedar con Dylan?

Nunca hasta hoy.

Deje el móvil en una mesa cercana y ante la mirada atónita de mi hermana y mi madre, me dirigí ha la puerta de entrada y la abrí.

Me encontré cara a cara con Dylan.

- Hola niña. - me dijo el sonriendo.
- Hola niño - le contesté inclinándose hacia el. - Por cierto, se nota que no te has lavado la cara niño, porque tienes una mancha de tomate en el carrillo.
- ¿Espera QUÉ? - dijo Dylan, sorprendido por mi pícardia.

Seguidamente, se empezó ha frotar enérgicamente los carrillos, mientras yo me carcajeaba de risa delante de sus narices.

- A ver niña, ¿Esto es en serio o es broma? - me dijo sonriendo.
- ¿Tú que crees?
- Broma - dijo sonriendo.
- Punto para mi. - dije. - Ya hago mejores bromas que tu he...
- Ah, ahora te pones a mi altura - dijo.
- ¿Quieres decir que hasta ahora he sido peor que tu?
- No, tu siempre has sido mejor que yo y lo sabes. - dijo Dylan sin perder la sonrisa.

Yo le sonreí, y por un momento me olvidé de todas mis preocupaciones.

- ¿Quieres ir al parque? - me dijo de repente.
- Emm... ¿Vale?

Y así, nos dirigimos a el parque, o eso era lo que yo creía, porque después de unos minutos, nos encontramos delante de un supermercado.

- ¿No íbamos al parque? - pregunté.
- Si claro, pero que quieres: ¿Ir al parque de forma divertida o aburrida?
- ¿Pues tu que crees? ¿Acaso no me conoces?
- Pues espera... - me dijo entrando al supermercado.

Yo me quedé fuera esperando ansiosa. Después de unos minutos, Dylan salió del supermercado con un carro de la compra, pero sin compra. Él se acercó a mi, pero de repente una mano se poso en mi hombro, yo me giré rápidamente y se me derretio el corazón.

Era Adam.

- ¡Hey guapa! ¿Qué tal? ¿Que estas haciendo? - dijo él, exhibiendo su sonrisa de modelo.
- Emm ¡Bien! Estoy bien... - dije sonriéndole como una boba.
- Te veo cansada - dijo Adam amablemente - ¿Te llevó a casa? Tengo moto.
- Claro, me parece estupendo - le dije sonriendo, aunque solo fueran las siete de la tarde.
- Pero... ¡Niña! ¿No íbamos ha ir ha el parque? - dijo Dylan atónito.

Yo lo miré, pero no le contesté, a lo que él dejo el carro y se fue enfadado y decaído.

Yo me sentí mal, pero era mi decisión.

Porque él era él y yo era yo.


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