Capítulo XXXV

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Tessa

Desperté temprano por la mañana y Hardin no estaba a mi lado en la cama. Sentí un poco de bulla en la planta inferior de la casa, pero no quise levantarme a mirar, porque solo llevaba puesta una camiseta de Hardin para dormir y no quería que sus padres me vieran así.

Estaba buscando mi ropa y el cargador de mi celular, cuando la puerta tras de mí se abrió, dándome un pequeño susto.

—Hardin —musité dándome la vuelta con la mano en el corazón.

—Perdón, Tessa, no quise asustarte —respondió desde el marco de la puerta.

—Está bien —musité acercándome para darle un beso —¿Qué ha sido todo ese ruido abajo? —pregunté poniendo mis manos en su cintura.

—Era yo —respondió avergonzado —Estaba terminando algo en la cocina —añadió rascando su cabeza con nerviosismo.

—¿Qué cosa? —pregunté sonriéndole.

—Es sorpresa —dijo besando mi frente.

—Dime, Hardin —lo reté metiendo mis manos dentro de su camiseta.

—No vayas por ahí, Tessa —dijo bajito —Cámbiate y te muestro —añadió sacando mis manos de su abdomen. Bufé.

—¿Quieres que te ayude? —agregó levantando sus cejas, bromeando claramente, pero asentí.

En silencio buscó mi ropa, mientras yo me sentaba sobre su cama. Comenzó poniendo mis jeans con suavidad hasta medio muslo y luego me ayudó a levantarme para subirlos por completo y abrocharlos, sentí una corriente recorrer mi vientre cuando sin querer rozó con sus dedos mi ropa interior. Luego sacó su camiseta por sobre mi cabeza, dejándome completamente expuesta frente a él. Nunca nadie me había visto así, pero en Hardin confiaba y no me daba vergüenza mostrarme tal cual soy.

—Eres hermosa —musitó mientras abrochaba mi sujetador en la parte de el frente, provocando que mis pezones reaccionaran a su suave tacto.

Finalmente, me puso la camiseta y acomodó mi cabello a un lado, para sentarme y atar mis zapatillas.

—Gracias, Hardin. Gracias por hacerme sentir querida, cuidada y respetada —susurré con sinceridad levantándome de la cama.

—Gracias a ti por permitírmelo, Tessa. Más después de todo lo que ha pasado el último tiempo —respondió acariciando mi mejilla.

—Te amo y quisiera decirte tantas cosas, pero ahora solo puedo pensar en qué tienes para mí —dije sonriendo y tomó mi mano para salir de su habitación.

Me llevó hasta la cocina, donde en medio de la isla descansaba una tartaleta de frutas, perfectamente decorada con frutillas, kiwi, arándanos y mango.

—¿La hiciste tú? —pregunté acercándome a la tarta sin poder creerlo. La tartaleta de frutas era una de las favoritas de mi madre.

—Sí, se me dan bien los postres y me he acordado que desayunarás con tu madre, así que quise preparar algo para ambas —respondió un poco apenado —Pero si no les gusta, puedo...

—No, Hardin —interrumpí —Es perfecta, mamá ama la tartaleta de frutas y yo estoy más enamorada de ti por este gesto tan lindo —dije lanzándome a sus brazos.

—Te adoro, Tess —susurró cerca de mi oído —Pero debemos irnos ahora o tu madre no querrá dejarte venir otra vez si llegamos tarde.

—Tienes razón —respondí soltándolo y tomando la tartaleta para salir de la casa.

Nos fuimos todo el camino hablando sobre Garret, sobre lo que pasaría de ahora en adelante si sus padres decidían apoyarme en el juicio. Era temprano, pero Garret le había mandado un mensaje a Hardin para hablar durante el receso largo. No dio detalles, pero espero sean noticias positivas.

Hardin abrió la puerta del copiloto y me acompañó a la puerta con la tartaleta en la mano. Esperó a que abriera para despedirse de mí y pasarme la tarta. Me dio un suave beso y me dijo que se quedaría cerca para llevarme al instituto en cuanto terminara de desayunar y hablar con mi mamá.

—Buenos días, mamá —saludé entrando en la cocina, donde mamá me esperaba con la mesa lista para desayunar.

—Buenos días —respondió encendiendo la tetera —¿Qué traes ahí? —dijo apuntando la caja de la tartaleta.

—Ábrela —respondí —Hardin la preparó esta mañana para nosotras —agregué con una sonrisa.

—Qué mono es, se ve exquisita y ademas es mi favorita —expresó asombrada y agradecida. —¿Se ha ido a casa? —preguntó.

—Está cerca para llevarme al instituto cuando terminemos de desayunar —respondí sacando unos platos y cubiertos para servir la tartaleta.

—Cuando venga, lo haces pasar. Quiero darle las gracias —dijo cortando un trozo —Además, está exquisita —añadió probando un pedacito.

—Está muy buena —musité al probarla —No puedo creer que se haya levantado tan temprano para preparar una tarta para nosotras.

—Estoy muy feliz de que hayas encontrado un chico tan bueno como Hardin, hija. Niños como él son difíciles de encontrar en estos tiempos —dijo tomando mi mano por encima de la mesa.

—Sí, mamá, además me respeta demasiado —respondí poniéndome un poco roja al recordar lo sucedido más temprano.

—¿Ustedes ya han...?

—¡Mamá! —interrumpí —No, no ha pasado nada, dormimos separados tal cual me pediste anoche —respondí.

—No esperaba que me obedecieras, porque ya estás grande, Tessa, pero me agrada escuchar que Hardin te respeta y cuida, porque eso es muy importante, cariño.

—Gracias, mamá, pero ahora dime eso tan importante que tenía que hablar conmigo —pedí cortando otro trozo de tartaleta para mí.

—Me ha llegado esto —dijo pasándome un sobre del tribunal —Lo he abierto, porque no aguanté la angustia de saber qué decía. —me explicó —Ya hay fecha para el juicio —añadió mientras yo leía la citación.

—Al fin, mamá —dije dejando caer un par de lágrimas. —Ya no puedo seguir con la incertidumbre de saber qué pasará.

—Lo sé, hija, pero confío en que habrá justicia y ese chico pagará por lo que te hizo y lo que quizás hizo a otras muchachas.

—Hablando de eso, mamá. Ayer pasó algo en el instituto y un compañero le confesó a Hardin que su hermana menor de suicidó porque Mitchell la violó. —conté con una mezcla de rabia y pena —Garret quedó en hablar con sus padres para contarles la verdad y apoyarme en el juicio, mostrando las pruebas que tiene.

—Ay, cariño, es muy fuerte lo que me estás contando y no puedo imaginar estar en el lugar de sus padres —musitó parándose de la mesa para llegar a mi lado y abrazarme.

—Solo espero que se haga justicia por Giana y todas quienes fuimos abusadas por él.

—Pasará, cariño, hay pruebas en su contra que no podrá negar —dijo con seguridad —Ahora ve a cambiarte y llama a Hardin, para darle las gracias por la tartaleta —añadió guiñándome un ojo.

Fui rápido a mi habitación para ducharme y cambiarme de ropa. Tenía rabia, pero estaba aliviada de al fin tener una fecha para enfrentarme a ese cabrón.

ZWILLINGEOù les histoires vivent. Découvrez maintenant