Capítulo Tres.

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—Humano Jaekyung, es hora de despertarse. —Habló el pequeño ángel zarandeando al hombre que acababa de nombrar de un lado a otro.

—No me molestes, mañana tengo una pelea, tengo que descansar. —Protestó Jaekyung empujando al ángel lejos de él y cubriéndose de nuevo con las sábanas.

—¡Humano Jaekyung, no puedes pelear! ¡La violencia te llevará al infierno! —Exclamó el rubio con una mueca de preocupación en su rostro.

—Pues es mi trabajo ya me dirás cómo voy a pagar las facturas sin competir. —Dijo en tono arrogante seguido de una risa.

El ángel se quedó en silencio, por un segundo había olvidado la profesión de su humano. Ahí realmente Jaekyung tenía razón, no podía forzarle a dejar su trabajo.

—Oye. —Habló el hombre tatuado sentándose en la cama, después de unos minutos fallidos intentando volver a dormir.

—¿Sí? —Contestó el ángel asomándose por la puerta, había ido al salón a ver un programa en la televisión.

—Ayer dijiste que tenías mi edad, ¿no? —Cuestionó mirándolo fijamente de arriba a abajo.

El ángel asintió en repetidas ocasiones corroborando la afirmación de Jaekyung.

—No me gusta que seas un niño, transfórmate en un adulto. —Ordenó apartando las sábanas de sus piernas y levantándose de la cama, dirigiéndose hacia donde se encontraba el otro chico.

El ángel aceptó la petición de su humano, quizá sería más amable si le complacía, una cuestión de dar y recibir.

Su cuerpo se cubrió de una luz blanca y cegadora, como la primera vez que lo vio.

La luz se expandía cada vez más hasta que de golpe cesó. Cuando eso ocurrió se desveló una versión más adulta de aquel muchacho rubio, de estatura media, bastante delgado y de piel muy clara. Con unas inconfundibles alas blancas en su espalda.

—Oh, lo olvidaba, la ropa es lo único que no cambia de tamaño. —Dijo el ángel sin darle mucha importancia, sacándose las prendas que llevaba puestas, que ahora le quedaban muy pequeñas por culpa de su repentino crecimiento.

—Quizá esto de tener un ángel de la guarda no esté tan mal. —Habló Jaekyung para sí mismo esbozando una sonrisa pícara en los labios, mientras contemplaba la figura desnuda delante de él.

 —Habló Jaekyung para sí mismo esbozando una sonrisa pícara en los labios, mientras contemplaba la figura desnuda delante de él

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Ángel De La Guarda | JinxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora