XIX

253 28 17
                                    

Mateo.

Miranda parece feliz, eso alegra a Andrew, por ende, a mi también.

Ella es una chica fácil de leer, así que no me fue difícil encontrar un restaurante con una temática que le gustará. Sonrío por tan victoriosa estrategia. Por lo menos por unas horas, ambos se olvidarán de sus problemas.

—Andrew... no puedo creer que se te haya ocurrido esto— Miranda parecía fascinada con la atención de los camareros, y con la carta en su mano, su sonrisa se ensancha leyendo todos los platillos coreanos que podría probar.

—En realidad yo—

—Si Andrew, tuviste una gran idea— guiño un ojo para que capte la indirecta. No me molesta que se lleve el crédito, eso parecía poner a Miranda más contenta.

—Me sorprende si quiera que sepas las cosas que me gustan.

—Claro que lo sabe, le importas a tu hermano— respondo en lugar de Andrew, antes de que tartamudee, se ponga nervioso y malogre la jugada que hice a su favor.

—La decoración esta increíble, y la música es tan agradable— habla la rubia —me hace sentir parte de un manhwa coreano ambientado en una época antigua.

—¿Manh... wa?— trato de pronunciar bien la palabra que dijo.

—Ay no, donde te sentaste...— murmura Andrew, y puedo ver como las pupilas de ambas chicas brillan. Mi mente se prepara para la hora de conversación que comeré sobre un tema que no me interesa saber.

Ambas están a punto de abrir sus bocas, pero el mesero a pedir el pedido llega antes.

Te ganaste una buena propina, señor.

—¿Ya decidieron que van a pedir?— quita el lapicero del bolsillo de su camisa mientras que con la otra mano sujeta una libreta con la que apuntará el pedido.

—Todo se lee tan delicioso... que no puedo decidir— al último, Miranda relame sus labios.

—Me parece que iremos pidiendo Kimchi, Bibimbap, Jajangmyeon, Gomguk y Namul.

—¿Acaso sabes lo que estas pidiendo?— susurra Andrew en mi oído. Sincerándome conmigo, tampoco me fiaba mucho de esos nombres tan extraños y difíciles de hablar -presiento que terminaremos con un dolor de estómago terrible...

—Confía en mi— lo tranquilizo, se lo que estoy pidiendo.

—¿Alguna bebida de su excelencia?— pregunta el mesero.

—Soju esta bien, gracias— termino de pedir y le entrego mi carta.

—¿Es seguro que todos tomemos Soju?— cuestiona la rubia para nada confiada. Miranda también se veía dudosa.

—Muy seguro, quiero que vivan una experiencia como si estuvieran en la misma Corea del Sur.

—Si tú lo dices— dice Miranda, y todos se disponen a entregar su carta para que el mesero se retire —por cierto, que buena pronunciación a la hora de pedir la comida.

—¿En serio? No lo había notado— me encojo de hombros como si fuera cualquier cosa, aunque me agrada que aunque sea alguien se haya dado cuenta.

Me demoré toda la madrugada en aprender a pronunciar todos los platillos de la carta, tanto que no deje dormir a Andrew que paraba botando saliva del sueño en toda su almohada. Fue bastante asqueroso, pero no me detuvo a conseguir mi perfecta pronunciación coreana.

—Lo hiciste bien— continuó.

—Yo también la tengo, solo escuchen— Andrew prepara su garganta pasando saliva. Esto se iba poniendo divertido —Jimshi, Bibipapup, Youngkok, Na- le metí una servilleta a la boca para ahorrarle más vergüenza. Las chicas ríen.

¡Saliste de un libro! © #1Where stories live. Discover now