Capítulo 16

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“No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas”.

~Paulo Coelho

Capítulo XVI
Me desperté por la mañana dentro de la cama con el pijama del día anterior. El sol entraba a través de las ventanas abiertas de par en par y el calor similar a un día de verano. Como es común estiré el cuerpo, pero al extender el brazo me topé con algo que no esperaba ver, Adam durmiendo a mi costado sin camiseta o eso es lo que parecía al estar tapado con las sábanas. Sus brazos al descubierto y sus manos reposaban sobre el abdomen, subiendo y bajando debido a su calmada respiración.

Dediqué un poco de mi tiempo a mirarlo detalladamente, recuerdo haber visto su rostro en alguna parte, aunque por más que me paro a pensar no doy con ello. De repente una de sus cejas comienza a temblar, como si estuviese en un mal sueño o a punto de despertar. Quise levantarme e irme antes de que se diesen cuanta, pero cuando me estaba quitando las sábanas de encima sentí como me agarraron de la muñeca.

Giré mi cabeza y le contemplé, sus ojos somnolientos me miraron y yo sin saber que hacer intenté soltarme cosa que logré para extrañar, seguramente debido a que no tenía fuerzas. Su cuerpo calló desplomado sin cuidado sobre la cama.

—Buenos días.—Una voz ronca que si no fuese porque es de él ya me hubiese enamorado.

—Buenos días.—No quise ser desagradable, pero aun así no pude evitar saludarle de una forma cortante.

—¿Qué quieres de desayunar? Puedo prepararte lo que tú quieras, solo deja que me vista.

—No te molestes, no quiero nada.

Se incorporó de la cama y se colocó la camisa de anoche que reposaba sobre el respaldo de una de las sillas que allí se encontraba.

—Entonces te haré unos huevos a la plancha junto a un zumo natural.—Me dio una sonrisa amplia muy inocente que hizo que abriese mis ojos de par en par. Literalmente no me esperaba eso de él, se le veía un tipo muy peligroso pero esa sonrisa que me dio hizo que incluso se le achinaran los ojos por completo. Me dejó estática en el sitio y solo me quedó de otra que seguirle.

Bajaba por unas amplias escaleras con una sonrisa de oreja a oreja, seguro que sabía que le estaba siguiendo, pero le daba igual.

Estábamos en el piso de arriba del todo por lo que las piernas me dolían cuando llegamos abajo. Normalmente las personas están atontadas al levantarse, igual que yo, pero Adam tenía una energía envidiable a estas horas. Claro que a medida que el día avanzaba y llegaba la noche volvía a ser el mismo.

Se había colocado un delantal y ahora estaba haciendo los huevos yo me acerqué y me apoyé en la isla lo más lejos posible de él, contemplando. Nunca supe cocinar siempre me hacían las comidas Mia o su madre cuando me quedaba con ellas y es por eso que nunca me puse a cocinar seriamente.

Movía la sartén, la espátula y el cuchillo como un experto y aunque la idea de que tuviese un cuchillo en las manos no me gustaba tampoco me preocupó ya que se veía completamente sumido en la cocina.

—Me recuerdas a alguien.—Confesé.

Tardó en contestar, pero lo hizo.

—¿Ah sí? ¿A quién?

A mi exnovio tóxico cuando me cocinaba. No le podía decir eso, pero me recordaba a él en estos momentos cuando teníamos nuestros momentos de pareja y descansábamos de las discusiones.

—A una pareja que tuve, también me hacía la comida. Yo no soy de cocinar.

—¿Cómo se llamaba?

El amor en la adversidadTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon