Tu dolor, mi dolor

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Si supieras...

Acabo de enterarme.

No podía creerlo.

¡Cuanto lo siento querida amiga!

Corrí de inmediato a tu lado al enterarme de la muerte de tu padre.

En el camino pensé mil frases, imagine cientos de palabras bonitas y de ánimo para decirte...
Pero cuando llegué, cuando te vi, me quedé vacío, sin nada que decir.

Tu nariz roja, tus ojos hinchados de tanto llorar, las ojeras marcadas, los hombros caídos...

Podía verte rota por dentro, fragmentada en mil pedazos.

Podía sentir el inmenso dolor que había en tu alma, y me dolía...

De golpe tu dolor fue mi dolor.

Caminé directo a tu lado y te abracé. Te abracé fuerte, como queriendo juntar cada uno de tus pedazos.
No dije nada.
No era necesario. A veces las palabras sobran.

Tu pequeño cuerpo se sentía como de trapo en mis brazos.

Algo extraño se apoderó de mí, algo que nunca jamás había experimentado, ni sentido por nadie más.

Quería sanarte.
Quería cuidarte.
Quería  sostenerte.
Me sentía responsable de hacerlo.

No te soltaría.  No te dejaría sola.

Si era necesario, cargaría tu dolor por ti hasta que estuvieras lista para llevarlo tu sola.

Lo siento tanto.

Me duele tanto verte sufrir...

Si supieras... Lo que piensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora