Capítulo IV

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Era un día importante para la Manada del Liquen. La Subordinada Alfa había cedido su puesto y por lo tanto su poder al Beta León. Todos se habían congregado en el centro de la Aldea para presenciar el nombramiento de su nuevo Alfa.
—Yo, Esmeralda, subordinada Alfa de la Manada del Liquen y heredera del poder de la Gema de nuestra Manada nombro Alfa a León tras cederle a él este valioso poder.
Antes de proseguir la Subordinada sopló la frente del Beta. El cálido aire del soplido curiosamente tenía un cristalino tono verde azulado.
—León—prosiguió—Mis días de liderazgo junto a mi fallecido compañero han terminado. ¿Prometes liderar y cuidar de tu Manada a costo de tu propia vida?
León asintió con la cabeza.
—Lo prometo.
—Entonces, León, yo te proclamo nuevo Alfa de la Manada del Liquen.
Todos lo celebraron aullaron y tanto León como Esmeralda inclinaron la cabeza en señal de respeto. León fue a aullar pero antes de poder hacerlo un lobo gris moteado con el pelaje alborotado entró a la aldea.
Todos se quedaron mirándolo impresionados.
—Granito—Dijo Liebre aún sorprendida.
Granito dejó soltar un suspiro de alivio y cansancio tras llegar a la aldea y Liebre corrió hacia él seguida del resto de la Manada que le recibió alegremente.
—¡Estás vivo! ¿Cómo es posible?
—¡La Luna le dio otra oportunidad!
Duna se quedó detrás del grupo, viendo cómo todos celebraban la llegada de Granito. También vio a su nuevo Alfa colocarse frente a él para saludarlo.
—Bienvenido a casa Granito, es una alegría saber que estás vivo.
Granito lo saludó también con alegría mirando fijamente a los ojos de León.
Todos caminaron con brío hacia el centro de la aldea de nuevo y Duna saludó a Granito secamente. Era raro que la Luna hubiera decidido este destino.

~• • •~

La noche había llegado de nuevo.
En el centro de todo el Reino, la Gema de la Vida bombeaba magia como un corazón latente. Dos cánidos observaron la Gema desde el suelo, que se encontraba sobre un colosal pilar de roca. Ambos se miraron y asintieron. Volaron hacia la Gema todo lo rápido posible hasta llegar hasta ella. Un ambiente de niebla rosada no les dejó ver bien hasta que no se acercaron lo suficiente a la Gema, que flotaba encima de una brillante plataforma de piedras preciosas. Era una Gema bastante grande, pero venían preparados: la envolvieron en una tela y la ataron, tomaron la cuerda de las fauces y se elevaron alejándose de allí con la Gema. La Gema, al separarse de la plataforma causó unas chispas que sonaron como una fuerte explosión y el aura rosada que había a su alrededor se expandió y desapareció. Éxito. Ellos ya habían hecho su parte, ahora solo esperaban una buena recompensa.

~• • •~

El calor del verano había sido sustituido por el frío viento del otoño. Los cambios de estación en estación solían ser difíciles, pero los lobos sabían que una vez se acostumbraran todo volvería a ser más sencillo.
Habían pasado ya seis días desde la última reunión y una nueva fase lunar comenzaba: la luna creciente.
Esa noche todos los lobos estaban saliendo de sus cabañas para ir en dirección al Claro de Reunión.
La Manada del Helecho ya estaba cruzando el río y no les quedaba mucho para llegar. Era una regla de respeto no ir volando, así que todos iban hasta allí a pie.
Robledo se quejó al meter la pata en el agua y Luciérnaga puso los ojos en blanco.
—¿Es que no haces más que quejarte?
—¿A tí te apetece mojarte acaso?—Robledo chapoteó con una pata para mojar a Luciérnaga.
Luciérnaga se sacudió, molesta, y le devolvió la acción a Robledo mojando toda su cara.
—¡Hey!—Robledo sacudió la cabeza.
Pinar, que iba tras ellos rió mientras les adelantaba y Robledo aprovechó la ocasión para mojarla también.
Tornado detuvo a Robledo antes de que lo hiciera.
—Ya basta, no eres un lobezno.
Robleso miró al Beta con las orejas gachas y terminó de cruzar el río colocándose al lado de su hermana.
—¿Ves? Más líos Robledo.
—No me lo recuerdes de nuevo, ya se que la cago siempre.

Ya en el Claro de Reunión se acercaron a las Manadas que ya habían llegado. La Manada del Brezo acababa de llegar como ellos, en cambio la Manada del Liquen parecía que había llegado ya hace rato.
En el rato que esperaban todas las Manadas se mezclaron. Pinar, Robledo y Nocturna se quedaron juntos sin saber que hacer.
Aunque ya habían ido a unas cuantas Reuniones no dejaba de ser extraño hablar con lobos de otras Manadas.
—¿Ahora qué?—preguntó Robledo.
—Esperaremos a las demás Manadas supongo, ¿No, Nocturna?
Nocturna estaba buscando algo con la mirada.
—Nocturna.
La loba negra se sobresaltó y miró a Robledo y Pinar.
—¿Si?
—¿Nos quedamos aquí?
—Uhm...supongo que si...
—Esperaremos entonces-confirmó Robledo.


La Manada de la Escarcha estaba ya al llegar, en cambio, la Manada del Cuarzo estaba tardando lo suyo, habían tenido un pequeño problema por el camino y es que se habían topado con un Ferox.
El Alfa había dado la orden de no atacar y Árido, un joven Gamma grisáceo, estaba de acuerdo con su Líder.
Sauce gruñó y alzó las alas amenazando al gran felino y mandó a su Manada que rodeara la zona y siguiera adelante. Consiguieron dejar a la bestia atrás sin problema. Sauce era muy buena liderando y él sabía que durarían mucho con ella como Alfa. No como los otros canallas de su Manada, no le gustaba pensar que alguno de ellos liderarán la Manada algún día.
Por fin llegaron al Claro tras un camino que a Árido se le había hecho eterno.
Miró a su alrededor con sus ojos grises: eran los últimos en llegar.
Su Alfa fue a reunirse con los otros y se dió por empezada la nueva reunión.
El Alfa de la Manada del Brezo iba a comenzar a hablar.
—Estos últimos días nuestra Manada ha comprobado que...
Se oyó una explosión y un enorme aro de luz rosada cruzó el cielo nocturno a una velocidad increíble para luego desaparecer de nuevo.
Todos quedaron en silencio inquietos y luego los murmullos y las dudas comenzaron.
Robledo parecía asustado.
—¿Qué ha sido eso?–preguntó con el rabo entre las piernas.
—No lo se hermano, no lo se...
—Eso no ha sido algo normal–Dijo Pinar inquieta.
Nocturna vio a Nevado desde la distancia, él también parecía asustado.
Los Alfas alzaron el vuelo por encima de los árboles para poder ver lo que había ocurrido. Los demás miembros de las manadas les siguieron.
Todos se dieron cuenta de inmediato del problema: La gema había desaparecido.
Su luz rosada no se veía, y eso que el enorme pilar de piedra en el que se encontraba puede verse incluso en la parte más baja del Reino. Pero estaba a oscuras.
Todos entraron en pánico, incluso los Alfas estaban atemorizados.
Nocturna sabía que la Gema de la Vida mantenía la magia con vida y también el Reino. Y si había desaparecido todo desaparecería pronto con ella.
¿Quién en su sano juicio se llevaría la Gema, si sabía que era perjudicial para él también?
Todos volvieron a tierra fuera de control.
Pinar miró a Nocturna con gran preocupación y Robledo estaba completamente paralizado. Nocturna se acercó a él, llamándole por su nombre.
Los lobos aullaban y gritaban desesperados, incluso a aquellos que se habían quedado en las Aldeas se les oía aullar.
Los Alfas aullaron con fuerza para llamar la atención de sus respectivas Manadas pero los aullidos y lloros de todos los demás los silenciaban.
—¡Silencio! ¡Mantened todos la calma!—Aulló Roble.
—¡Reuniros todos!—Gruñó Aurora con fuerza.
Pero era en vano. Los lobos estaban demasiado nerviosos y asustados.
Los Alfas se miraron y tomaron juntos una decisión. Aullaron todos a la vez y las cinco Manadas de lobos callaron y miraron de golpe a sus superiores.
Halcón miró a todos de un barrido.
—Debemos tomar una decisión.
Sauce dio un paso adelante.
—No podemos dejar que la Gema esté perdida para siempre, debemos encontrarla para que nuestro mundo siga en pie.
—No podemos perder la calma, si lo hacemos entonces estaremos aún más perdidos–Dijo Roble–tengamos esperanzas, eso es lo último que debe perderse, encontraremos la Gema, cueste lo que cueste.
—Hemos tomado una decisión–Aurora miró a los demás Alfas y luego prosiguió– Un miembro de cada una de las Manadas será enviado a buscar la Gema.
León asintió y fue él quien siguió hablando.
—Será difícil y peligroso, por esa razón necesitamos a un miembro fuerte, inteligente y rápido.
—Y por supuesto valiente–añadió Roble—Vosotros seréis esta vez los que elijan ir a buscarla.
—No seremos nosotros esta vez quienes os elijan–dijo Sauce.
Todos los lobos congregados se miraron los unos a los otros ¿Ir a buscar la Gema de la Vida por todo el territorio con otros lobos desconocidos?
Nocturna miró a su hermano. El parecía menos asustado ahora y miró a su hermana con una chispa de emoción. Pero Nocturna no tenía la misma emoción que su hermano, se le hacía horrible la idea de alejarse de su Manada para ir a buscar la Gema en un Reino totalmente desconocido más allá de esos bosques.
Halcón aulló llamando de nuevo la atención de los congregados.
—Mañana al amanecer los elegidos quedarán aquí mismo para partir—Dijo él.
—Con esto concluimos la reunión de esta noche–dijo León.
Los Alfas se separaron y llamaron a sus manadas, listas para volver a casa.
Casa. Algunos de ellos sabían que esa sería la última vez en mucho tiempo que volverían a verla.

∆L∆S: En busca de la Gema de la VidaWhere stories live. Discover now