Culpa y terror

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El sonido de unas llaves en la cerradura resuena en el desolado pasillo del viejo y pequeño edificio ya entrada la noche. La puerta del departamento se cierra tan rápido como se abre, impidiendo así que las pequeñas y amarillas luces del puedan pasillo colarse. Dentro, la oscuridad de la noche lo engulle todo, pero más oscuridad hay en la mente del agitado dueño del departamento, el mismo que se encuentra hecho un bollito tapando con sus manos su boca intentando llorar en silencio. Es una oscuridad pesada, con tintes de horror, de temor, de arrepentimiento...

Sus ojos acuosos se alzan, pero no ven nada, esto no se debe a las persianas cerradas que no dejan entrar la luz desde la calle. No. Es a causa que en su retina está grabada aquel cuerpo destrozado al final de la escalera, es la fantosmia de sangre y suciedad, de la sensación en sus manos de aquel calor junto a la tela sucia de lana y de la fuerza que ejerció al empujar al tipo.

El temor lo invade, la escena se repite otra vez en su mente y de repente cree verle en la oscuridad de su departamento, de pie, culpándolo. Se levanta de un brinco y con desesperación golpea la pared a su izquierda mientras que sus ojos no se despegan de aquel ser de pie en medio de la sala. Da con el interruptor y se hace la luz, no hay nada, no hay nadie más que él en el departamento.

Su estómago se revuelve y corre hacia el baño, mas la oscuridad del pasillo le aterra y termina vomitando lo que tenía en el estómago allí mismo.

Pasados minutos, que el celeste reloj digital no podría medir, se levanta del suelo lentamente, un poco recuperado. Cada músculo se queja en chispados de dolor y quemazón.

Prende una a una todas las luces del departamento, quedando el mismo casi de día. Será una larga y tortuosa noche.

Un hombre sonrienteWhere stories live. Discover now