La lucha de Aioria de Leo

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Puede escucharlo claramente. Shura al otro lado del muro de cristal está intentando escapar, pero no importa cuánto lo intente no podrá romperlo.

—Hasta qué resolvamos este problema... —Mu siempre tiene las palabras adecuadas para tranquilizar a las personas, en esta situación sin embargo le cuesta hacerlo. Aioria le sonríe, no está seguro si es para calmarlo, o dar a demostrar qué se encontraba bien, la situación era difícil para todos.

—Si necesitas qué...

—Gracias Mu —Aioria le corta la oración a su amigo, sabe qué sus intenciones son legítimamente buenas, pero sólo quiere silencio. —Me quedaré a vigilar.

Mu lo observa por unos momentos, se debate en si decir algo mas o resignarse, al final la segunda opción parece la más adecuada y se limita a asentir para luego marcharse de la habitación.

—¿Viste? Ni siquiera insistió está vez —le dice Aioria a Shura—Todos están perdiendo la esperanza con cada día, la guerra no es favorable y cada vez somos menos. Creímos qué el santuario resistiría más tiempo, el suficiente considerando lo superior qué somos a los humanos normales. Nos equivocamos ¿Eh? No contamos con que Saga y Shaka causarían tantos problemas.

El muro nuevamente es golpeado con fuerza. Aioria levanta la muleta para poder levantarse del suelo y cuando logra estabilizarse camina hasta donde estaba Shura. La reciente perdida de su pierna derecha hace qué se tarde en avanzar, no está acostumbrado, apenas han pasado unos días y estar sin el apoyo de su cosmos lo hace aún más difícil.

El muro de cristal estaba distorsionado, el suficiente para no ver a su compañero. Mu le había dicho qué era un efecto común, Aioria tuvo qué fingir creerle a pesar de que conocía a la perfección dicha técnica.

Una vez frente al muro procura guardar su distancia, mantiene bajo control su cosmos, si por algún motivo el ataque de Mu lo tocaba desataría su poder y estabilizarlo no sería sencillo. Nada era sencillo éstos días.

Acerca el rostro lo suficientemente para ver al antiguo Santo de Capricornio, esté al notar su presencia se lanza atacarlo sin éxito alguno, el muro le da una fuerte descarga qué lo hace caer al suelo.

— Shhh... Tranquilo —le dice suavemente sin poder ocultar su melancolía.

«¿Por qué lo dejé marcharse?» Aprieta sus manos con fuerza, sabe qué probablemente el destino de Shura hubiera sido el mismo qué Afrodita tuvo al marcharse al salvar refugiados, pero al menos hubiera muerto sabiendo la respuesta qué por tanto tiempo le negó.

—Perdóname —le ha dicho esas palabras incontables veces, una parte dentro sí espera qué mágicamente sea la solución qué todos están buscando, pero su parte realista se burla y le hace recordar qué está en una guerra y qué está perdiendo.

La imagen distorsionada del muro se empieza a aclarar, lo cual es un aviso que Mu ya ha empezado a pelear con el resto de sus compañeros sobrevivientes. Cuando puede ver al caballero de Capricornio tiene que luchar para que sus piernas no flaqueen y rápidamente se cubre la boca para evitar soltar un sollozó.

Shura siempre fue muy guapo. En secreto muchas guerreras del santuario se sintieron atraídas, inclusive hombres y entre las filas de la elite algunos admitieron haber sentido algo más que amistad, ahora sin embargo el rostro claro de mirada afilada no era más qué piel putrefacta con una mandíbula caída esperando la oportunidad para devorar carne humana.

—¿Por qué lo hice? —se pregunta, todo hubiera sido diferente, pero el maldito orgullo no se lo permitió.

Jabu de unicornio había dado aviso que debajo del hospital la Fundación Graad perteneciente a la familia Kido se había estado desarrollando un suero para los soldados normales y los santos de acero que no habían alcanzado a manejar el uso del cosmos, el propósito de aquel experimento era aumentar las capacidades de los individuos para que estuvieran a la altura de los caballeros de bronce o incluso de plata, pero algo había fallado desatando oleadas de muertos vivientes.

Cuidando a Aioria de LeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora