Hubiera

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La vida pasa de manera rápida, pero para mí se ha vuelto un martirio, el dolor no cesa

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La vida pasa de manera rápida, pero para mí se ha vuelto un martirio, el dolor no cesa. Es interminable. Se presenta al igual que una condena que llevo cargando sobre mi espalda, que me sigue a donde quiera que voy. A pesar de todo, ya tengo un mayor enfoque de lo que sucede a mi alrededor. La ira se ha desvanecido con el pasar de las mañanas. Mi concentración aprecia las cosas que antes no tenían importancia en el palacio, que ahora son fáciles de observar, como los retratos familiares, esos que adornan los pasillos, los rostros que me observan como si estuvieran juzgando cada paso que avanzo. Justo en este instante me encuentro de pie frente a un recuadro de mi madre, quien sonríe ligeramente, con las manos unidas delante de ella, luce un vestido de color azul con detalles en plateado. Pienso en lo que he causado a lo largo de mi estadía en Asgard, las malas decisiones que he tomado y que me han dejado aquí. Solo. Sin nadie que pueda escuchar la cruel realidad de lo que es perder a la persona que más amas. Con seguridad puedo decir que ella está decepcionada de mí, y no la culpo, he abandonado a su esposo en un planeta desconocido a cargo de unos mortales que no tienen idea de su verdadera identidad. Bajo la cabeza, debido a la vergüenza que siento de pensarlo, y de nuevo, la decepción se hace presente en mi madre pues sabe que no haré nada para resolver lo que he hecho.

Me cuestiono una y otra vez, qué hubiera pasado si yo no le hubiera indicado el camino al Kurse, sin tan sólo no hubiera guiado a los gigantes de hielo a Asgard, mis hubiera no tiene respuesta porque son la representación del arrepentimiento en pequeñas dudas.

El arrepentimiento es una palabra y un concepto inmaterial demasiado peligroso porque te consume poco a poco al tratar de buscar las probabilidades de lo que hubiera pasado si...

Pero el remordimiento avanza a otro nivel de culpabilidad, uno donde solo los pecadores pueden pagar su precio y la penitencia es incluso más mortal que la del arrepentimiento.

"Tal vez aún pueda arreglarlo"

Con esa idea en mente me dirijo hacia las afueras de Asgard tratando de encontrar la mejor disolución a mis inquietudes. Pasando el viejo bosque y cerca del riachuelo habitan las aprendices de Madre Brenda, una diosa asgardiana que posee el conocimiento sobre la magia oscura y diversas artes místicas, cuando yo era joven asistí a clases de hechicería con Brenda y gracias a ella pude aprender un conjunto de habilidades en cuanto a la ejecución de hechizos complejos. Cabalgo con prisa, como si no tuviera el tiempo para detenerme a admirar el paisaje, hasta llegar a la cueva que me conduce a su aldea.

Una vez estoy en el sitio mencionado, bajo del caballo y camino con paciencia sobre las baldosas de piedra. A los pocos minutos de mi llegada, aparece Madre Brenda y otras asgardianas más formando una fila.

-Odin, no te esperábamos. -Brenda saludó con asombro después de unos segundos en silencio volvió a hablar- Lamentamos tu pérdida. Frigga y Loki...

-Lo sé... -interrumpí pues no tenía tiempo para saludos cordiales, observé el piso tratando de buscar consuelo- Es por esa razón que estoy aquí. -me encogí de hombros dudando de mi acción- Madre Brenda, necesito de tu ayuda, tú eres una experta en la magia oscura y sé que conoces y tienes acceso a todos los conjuros más antiguos de Asgard. Quiero traer de vuelta a Frigga, rescatarla de su óbito. -sentencié totalmente decidido en mis palabras.

ᎷᎬΝͲᏆᎡϴՏϴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora