Kisaki había olvidado lo que se sentía la soledad, aquella que la había acompañado durante tanto tiempo en su niñez. Por un lado, estaba agradecido de haber sobrevivido al accidente del camión, pero también, ¿a qué costo? De nuevo aquel sentimiento...
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𝙻𝚊 𝚎𝚝𝚎𝚛𝚗𝚊 𝚜𝚘𝚕𝚎𝚍𝚊𝚍 𝚍𝚎𝚕 𝚊𝚗𝚝𝚊𝚐𝚘𝚗𝚒𝚜𝚝𝚊
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Kisaki observaba aburrido la ventana de su habitación, ya que era la única actividad que lo podía mantener medianamente entretenido.
Según le contaron los médicos, él había permanecido inconsciente durante un periodo de tiempo de cuatro días luego del episodio del camión. En un inicio, lo único que podía recordar era el rostro de la persona que arruinó su vida, Takemichi Hanagaki. Odiaba aquello, el apenas despertar y lo único que pudiese recordar fuera al rubio, pero era lo único que su cerebro le permitía en ese momento. Luego de un par de horas, recordó más cosas que sucedieron durante esa noche, como el "poder" que había mencionado tener el Hanagaki, el disparo que le había dado a Izana y como Hanma le había salvado el culo. Sin embargo, luego llegó una última memoria dolorosa de recordar, el rostro de sorpresa y decepción de la chica con la que había pasado tanto tiempo enamorado.
Fue recién ahí, luego de ese largo flash de recuerdos, que se dio cuenta de que todo lo que había construido para formar su reinado de delincuencia había caído en picada, y de nuevo por el de ojos azulados.
Esto también le trajo recuerdos de su niñez, siendo uno de los más destacados cuando él observó como la única niña que lo había tratado de forma amable y no mirado como un bicho raro se enamoraba de otro chico, abandonándolo en una nube de soledad e inseguridad. ¿Por qué a él y no a mí? ¿Qué es lo que no tenía él que tuviese Takemichi? Kisaki tenía dinero, poder, inteligencia, gente a su alrededor que estaba dispuesto a servirle, e incluso cambió su apariencia a la de un delincuente. Todas estas cosas por ella, por un sueño egoísta que tenía desde pequeño en donde terminaba con él casándose con la chica que amaba. Claro está que este no era su caso y que jamás lo sería, ya el moreno estaba destinado a ser el antagonista de la historia. No solo eso, sino que también a estar solo.
