La admiradora del anochecer.

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—Adelante

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—Adelante.

Los tacones resonando en el piso me hicieron alzar la vista, encontrándome con esa mujer de rostro aniñado y mejillas rojizas que entraba con una tímida sonrisa en el rostro. Su cabello azabache se movía en su paso y al encontrarse con mi mirada, bajo la cabeza casi al instante. Avergonzada.

«No debiste mezclar el trabajo. Ve lo que has conseguido ahora» volví mi atención a los papeles que tenía en la mano, arrepintiéndome de ese error que había cometido con Alicia hace tantos años. Para mí solo fue una noche más en las que el whisky y el poco descanso me había hecho incapaz de razonar. Para ella, en cambio, parecía marcar el inicio de una esperanzada ilusión que pretendía convertir nuestra relación en algo más que laboral.

Sabía que ella había aceptado el trabajo en las Vegas por esta razón: poner toda la distancia posible del infeliz que solo le había metido en la cama.

—Vittorio —saludo sonriendo—. Me han dicho que querías verme.

—Así es. Siéntate, Alicia, por favor.

Se sentó en la cómoda silla de piel que estaba frente al escritorio, quitándose el sombrero del cabello y dedicándome una serenidad absoluta. Hasta que dejé lo que estaba escribiendo me percaté de la anciana ama de llaves que manejaba mi residencia de las Vegas.

Agatha, con su cabello trazado de cabellos blancos y rostro regordete, esperaba en la entrada.

—¿Algo más, Agatha?

—Si señor: la mujer que mando traer del colibrí está aquí. La pasamos a la sala —indecisa, se jaló de su mandil blanquecino—. Señor, pido permiso para ofrecerle un suéter a la muchachita. Ese traje que lleva puesto... bueno... no deja mucho al decoro y la propiedad para estar rodeada de alguien soltero como Leonard.

—¿Estás preocupada por tu nieto, Agatha? —se burló Alicia, ganándose una mirada llena de reproche de la mujer.

—Hazte cargo de Abigail —interrumpí al par de mujeres que habían empezado una charla que no me interesaba escuchar—. Llévale a mi habitación y que ahí espere.

Quimera [Vittorio Puzo/Elizabeth Colvin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora