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No sabía de dónde había sacado la fuerza necesaria. Le había tomado una semana llegar a un pueblo de los tantos que son gobernados por el Rey de la Flama Endeavor, lo sabía al ver la insignia de su rostro en las puertas grande de madera.
Regularmente tardaría más de una semana llegar al pueblo más cercano, pero Izuku Midoriya no descansaba porque si lo hacía su madre y su aldea corría más peligro.
No había dormido casi nada por no decir que no lo hizo, se alimentaba de las bayas rojas que se encontraba en el camino, agradecía haber encontrado un caballo que hizo fácil su viaje.
Cuando cruzó las gigantes puertas del pueblo muchos lo veían, sabían que era un forastero al ver sus ropajes. Las telas de algodón y botas de cuero no eran muy fáciles de comerciar entre los pueblos, solo ciertos sectores dónde la agricultura era su fuente de ingresos vestían de algodón.
Y como era un forastero era fácil robarle.
Ese era el pensamiento de muchos que no le habían quitado la mirada mientras recorría los mercados del pueblo.
Miró a una pequeña taberna, y bajó del caballo, lo amarró a un mástil de madera y entró. El ambiente era muy alegre y olía mucho a alcohol y tabaco. Miraba todas las partes de la taberna de ladrillos, un gran candelabro de velas iluminaba cada rincón, había una pizarra donde se tenían afiches de algunos ladrones, bandidos, magos, brujas y cazarrecompensas que pedían su cabeza o su cuerpo a cambio de dinero y la recompensa variaba entre la persona buscada.
Izuku tragó seco cuando miraba los rostros dibujados en esos afiches.
—Si quiero encontrar la cueva —tocó la pizarra sintiendo la tinta del papel amarillento —necesito tener algo de dinas —miraba quién era la persona con mayor recompensa. —Bruja Himiko, crimen: robo, asesinato y conspiración contra el Rey. ¢100,000 dinas —arrugó sus cejas e hizo una mueca triste. —Al cruzarme con esa mujer estaría peor que muerto —ante la rendición de sus palabras, un suspiro salió de sus labios con un ligero cansancio, tener un viaje tan largo le resultaba tan agotador.
De su mochila verde sacó un pergamino, lo desenrolló y caminó hasta llegar a la tabla donde estaba la señorita que sirve los tragos o el alimento.
—¿Qué vas a beber? —Preguntó en un tono aburrido mientras que limpiaba con un trapo un tarro pequeño de vidrio. Izuku se sorprendió al notar como esa mujer que es de su misma edad, de sus lóbulos tenía unas extensiones, como si fueran látigos y los movía atrayendo más tarros. —¿Vas a querer algo? —Preguntó irritada.
Izuku parpadeó para después toser un poco. Nunca había visto una persona así, con una peculiaridad única.
«Seguro debe ser una persona que ha recibido una bendición —pensó maravillado mientras sonreía. —¡Que increíble es el mundo de afuera!»
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La Espada Legendaria Izuocha
FanfictionIzuku Midoriya es un joven adolescente de 16 años que huye de su aldea al ser atacada por los seguidores del Señor Demonio. Parece un acto de cobardía, pero no lo es, dejando atrás a su madre, sus conocidos y su propia aldea. Viaja en búsqueda de un...