Capítulo 14

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Por la mañana desperté entre los brazos de Marcus, ambos estábamos desnudos, la luz del sol se filtraba por la ventana, mis ojos se acostumbraban lentamente a ella. Marcus mantenía su cabeza en mi pecho desnudo; no me sentía avergonzada de que me viera así, al contrario, al ver la mirada que me dedicaban sus orbes, me hacía sentir muy deseada, una sensación que antes no experimenté. Pasé mis dedos por su suave cabello, la luz iluminó mis anillos, el de compromiso y el de matrimonio, lanzando pequeños destellos de colores. Sonreí.

—Buenos días —saludó Marcus levantando su vista hacia mí.

—Buenos días —murmuré con la misma tranquilidad que él.

—¿Qué tal dormiste? —Preguntó interesado. Suspiré.

—Bien, fue una buena noche. ¿Y tú? —Indagué, sinceramente no sabía cómo actuar.

—Perfectamente bien. Nada es mejor que despertar y encontrarte a mi lado —se sinceró. Mi corazón se agitó y cada parte de mí también. Era inevitable no sentir algo cuando él hablaba así.

Había notado que Marcus era un hombre dulce y romántico, a pesar de haberme amenazado para casarme con él nunca se había comportado de mal manera conmigo; él de verdad me amaba, no era solo un capricho. Como lo dije alguna vez, las personas hacemos cualquier cosa por amor y a pesar de que no actuó de forma correcta, no podía ser capaz de juzgarlo, pues ignoraba si algún día iba a tragarme mis palabras.

—Eres muy dulce, Marcus —dije lo que pensaba. Esbozó una media sonrisa y me devolvió una caricia en la cara.

—Lo soy solo contigo y sabes por qué —sentenció. Asentí. Tenía más que claro que me amaba. Sin embargo, yo me entregué a él en cuerpo, pero mi alma y mi corazón solo le pertenecían a un hombre.

[***]

Horas más tarde nos habíamos despedido de mis padres para luego abordar el tren; aún no sabía cuánto tiempo nos iríamos y la verdad tampoco me importaba, deseaba alejarme de este pueblo y del recuerdo de Nicholas.

—Te gustará Rumanía —aseguró Marcus a la vez que depositaba un beso en mi mano.

—¿Adónde llegáremos? —Pregunté con la vista fija en la ventanilla.

—A mi castillo —contestó, enseguida lo miré asombrada.

—¿Tienes un castillo? —Mi voz detonaba asombro y curiosidad.

—Sí, ahora también es tuyo. Todo lo que poseo está a tus pies, Luciana —me hizo saber, sonreí.

—Ahora estoy ansiosa por conocerlo —confesé.

Marcus me devolvió la sonrisa y guardamos silencio el resto del trayecto que a decir verdad no fue muy largo, en el tren, por supuesto, ya que después de él tomamos un barco y en pocas horas estuvimos en Rumanía. Lo único que no me gustaba del lugar era el frio que hacía, pero de ahí en fuera todo era muy hermoso y nuevo, parecía irreal y mágico; estuve fascinada al instante y Marcus reía al ver mi rostro asombrado y curioso como el de una niña pequeña. Y no era para menos, jamás había saludo del pueblo y mi reacción sin duda, era normal. Estaba muy feliz, incluso cuando creí que no podría llegar a serlo ni siquiera por un segundo al lado de mi esposo, me daba cuenta de lo equivocada que había estado.

Un auto nos esperaba cuando bajamos del barco, lo contemplé un tanto curiosa, en el pueblo aún no los usábamos. Un hombre bajó también de un carruaje y llevó nuestro equipaje que no era más que dos valijas, ya que Marcus acordó comprarme ropa y todo lo que necesitara aquí.

Subí al coche y Marcus hizo lo mismo, solo cabían dos personas, así que él conducía.

—¿Te gusta? —Preguntó, por un momento no entendí a lo que se refería, pues había muchas cosas que podrían gustarme aquí— ¿El coche? —aclaró al ver mi confusión. Solté una risa nerviosa.

Enamórate de mí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora