Capítulo 2

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El fantasma miró incrédulo al azabache. No entendía ninguna palabra que sus labios pronunciaron, ni siquiera le interesó entenderlo.

—¿Mikey cuántos años tienes? -. Sí, eso confirmaba todo, su Takemitchy había enloquecido, ¿Debería llamar a Draken?

—Tengo 15 años Takemitchy ¿Qué clase de pregunta es esa? -musitó con un adorable puchero, cruzo los brazos en señal de molestia por la rara conversación. Y empezó a caminar para rodear la cama hasta llegar frente al de ojos azules, se acercó, invadiendo por completo el espacio personal del azabache. Con suavidad levantó su barbilla y deposito un fugaz beso en los labios de Hanagaki.

Takemichi sintió el tacto de los labios ajenas, no era una alucinación, ninguna podía ser tan real.

—Eres tú -sollozo, usando sus mangas para secar las lágrimas.

—Deja de llorar Takemitchy, Ken-chin va a pensar que te estoy molestando —farfullo separando sus rostros- Claro que soy yo —. Se acomodo en la cama cruzando los brazos y las piernas.

Aún no entendía por completo que sucedía, pero tenía una corazonada, al parecer el Mikey frente a él, era el mismo de hace 14 años, no tenía más recuerdos que fueran más allá de los primeros años en qué se conocieron. Por eso seguía sonriendo aún no cargaba con las muertes de sus seres queridos.

Y solo el recuerdo de Shinichiro lo atormentaba en las noches de insomnio, el azabache lo sabía a la perfección. Él estuvo en cada noche brindando calidez a su cuerpo.

Amaba a Mikey, había aprendido a amar cada versión suya, por más imperfecta que fuera, se había asignó a si mismo tomar cada pedazo roto sin importar el dolor que sentía cuando los fragmentos perforaban su piel. Sin embargo, si tuviera que elegir, diría que el Mikey que más amo fue el que conoció por primera vez.

El chico de cabellos rubios que lo proclamó como su perra; sin duda fue una forma muy peculiar de encontrar al amor de su vida, aquel chico despreocupado, que solo se dedicaba a gastarle bromas a sus compañeros y salir huyendo con un Draken furioso detrás de él. El rubio que solo pensaba en comer, pelear, dormir y coquetear sin una pizca de vergüenza con su versión más joven. Por una simple razón, el dolor era más lejano en ese entonces.

—¿Por qué estamos aquí Michy?

Casi lo olvidaba.

El rubio frente a él no tenía muchos recuerdos de los sucesos futuros, cómo le explicaría que ToMan ya no existía, que habían perdido vidas importantes.

No podía, la sola idea le traía un mal sabor.

Podía mentirle, pero ¿Cómo le explicaría que ahora estaba muerto? No había ninguna mentira que ocultara eso.

Miró con duda al rubio, sin tener claro que decir, mordió su labio inferior y suspiró al creer tener una respuesta.

—Estamos en mi casa Mikey, nuestro hogar.

Mikey formó una pequeña "o" con los labios.

—No entiendo nada.

Está bien, era comprensible.

—Mikey, mírame ¿Cuántos años crees que tengo? —. No podía mentir, no podría mentirle a Mikey, no por mucho tiempo.

Fantasma de Invierno [Takemichi x Mikey]Where stories live. Discover now