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ALERTA!!! CAPÍTULO CON CONTENIDO MUUUY EXPLICITO 18+, LEAN BAJO SU PROPIO RIESGO

Sai había llegado a las ruinas que Lady Tsunade la había comentado y tal como ella le dijo había encontrado un rastro por así decirlo de su amiga, se trataba de un pergamino y una botella de agua a medias, eso era todo lo que necesitaba para saber que ella en verdad había ido a ese lugar, volvería a Konoha con lo encontrado y hablaría con Tsunade, estaba realmente preocupado por su amiga.

Mientras tanto con Sakura...

Era la 4 vez que se mudaban y tal como ocurría cada que cambiaban de lugar Dabi se ponía a recorrer todo el lugar a su manera, pues literalmente lo hacían en cada rincón que le era posible, hasta que alguno de los dos ya no podía más y esta no era la excepción recién habían entrado a su nueva residencia cuando Dabi ya la tenía presa contra la puerta del edificio.

Dabi- No tienes idea de las ganas que tenía de hacerte mía en ese maldito callejón, dime estás segura de que no me has hecho algo para que te desee tanto.

El pelinegro mantenía a la pelirosa presa contra la puerta, mientras sus manos paseaban desde su cintura hasta sus muslos, sacando más de un suspiro de la joven.

Sakura- Es... estoy se... segura, Dabi bésame, por favor.

La pelirosa lo veía con ojos suplicantes, pues ella se había vuelto adicta al toque del pelinegro, amaba todo de él, sus intensos ojos azules, su voz tan profunda, sus besos que le robaban el aliento y su toque que aun cuando no usaba su quirt lo sentía muy caliente como si fuera a derretirla solo con una caricia.

Dabi- Lo que mi chica quiera, lo tendrá.

El de ojos azules la tomo de la cintura y subió sobre su pierna la cual apoyo contra la puerta como simulando un banquillo para así tenerla más elevada y firme, una vez hecho comenzó a besarla, primero eran besos dulces y tiernos, como si fueran sus primeros besos, pero poco a poco esos besos se volvían más profundos, más apasionados, al punto de lograr arrebatar un gemido de esos rosados labios que a el tanto le gustaban, al escuchar ese gemido sintió una descarga en su columna la cual finalizo en su entrepierna, amaba cada sensación que esa mujer le provocaba, por lo que decidió subir el nivel lentamente comenzó a acariciar sus mejillas rosadas, después su cuello, bajando por sus hombros y sus suaves brazos, eso le encantaba porque podía sentir como su piel se erizaba ante su toque, como lentamente parecía temblar, pero él no era el único en explorar, no ella también comenzaba a acariciarlo, su toque era en extremo exquisito, se sentía completo cuando ella lo tocaba, al principio creyó que ella sentiría repulsión ante el estado de su cuerpo, pero que equivocado estaba, ella recorría su rostro con dulzura, acariciaba sus brazos delineando sus músculos, no se explicaba como ese toque lo hacía suspirar, ella era todo lo que quería y necesitaba, ante esos pensamientos, no pudo más y de un tirón retiro la su ropa interior pues ella bestia un lindo vestido blanco que la hacía ver como un ángel, su ángel, se sentía hambriento de ella, comenzó a devorar sus labios, mordiéndolos suave y juguetonamente, amaba hacer eso pues ella se aferraba más a él, soplo suavemente contra su cuello haciéndola gemir con fuerza, sintió como ella movió sus caderas aun sobre su pierna, sabía bien lo que ella quería y no dudaría en dárselo, su chica quería atención y se la daría, levanto un poco el vestido viendo como ahora era la intimidad de su chica la que se frotaba contra su pantalón, con una sonrisa ladina la tomo de la cintura cargándola y haciendo que se separara de ese contacto, la escucho dar una especie de gruñido de desaprobación al alejarla de su cuerpo, la miro directamente a los ojos y la miro tragar con fuerza pues ella miró como lentamente él, la alzaba hasta colocar sus piernas en sus hombros mientras le daba una sonrisa zorruna que solo podía significar una cosa, ella no podría caminar al día siguiente.

Sakura- Da.. Dabi-kun...

Las palabras de la pelirosa fueron cortadas al sentir como la húmeda lengua del pelinegro pasaba por su intimidad, haciéndola temblar y apoyarse en la puerta, sonriendo ante la reacción de la chica, comenzó a lamerla como si de un helado a punto de derretirse se tratara, ella se aferraba a los cabellos negros del joven quien solo estaba concentrado en devorarla y escucharla gemir, cerca de 3 minutos fue lo que le tomo hacer que ella se corriera, cada vez lograba que fuera en menos tiempo y eso lo llenaba de orgullo, saco su rostro de la entrepierna de su chica para verla, gimiendo bajito y muy sonrojada, amaba verla de esa manera.

Dabi- Aún no terminamos hermosa, esto recién comienza.

Bajo sus piernas de sus hombros y la coloco en el suelo aun sujetándola de la cintura pues sabia que sus piernas no tendrían la fuerza para sostenerla, pues las sentía temblar, con su mano libre retiro por completo el vestido, lanzándolo lejos, ese día ella no usaría nada de ropa, una vez pudo contemplarla así completamente desnuda, sonrió, ella era en verdad un hermoso ángel, el cual había mancillado y no se arrepentía de ello, pues desde que ella llegó a su vida encontró una razón para despertar cada mañana, sabía que él era un maldito, una asesino, alguien que no mereció ser amado, pero esa chica, esa hermosa y pequeña chica era su todo, su vida entera, por eso se lo demostraría de todas las formas posibles, por eso con una sonrisa en los labios la tomo a su amada quien no apartaba sus brillantes ojos de los suyos, coloco sus manos en sus suaves caderas, ella por instinto comenzó a acariciar su piel bajo su camisa, mientras él bajaba sus manos hacia su retaguardia y comenzaba a amasarlas, él no opuso resistencia cuando ella retiró su camisa y cuando ella bajo su mano hacia su pantalón sintió un escalofrío e inconscientemente apretó con mayor fuerza sacándole un gemido a su amada y ella inconscientemente pego sus pechos contra su pecho haciendo que se sintiera aún mejor al sentir los pezones duros de su chica contra su piel, ella como pudo desabrocho su pantalón para introducir su pequeña mano en este llegando hasta su masculinidad, al sentir ese toque él mordió su hombro dejando una marca rojiza en su blanca piel, ambos comenzaron a tocar el cuerpo del contrario estimulándose mutuamente hasta que el pelinegro no soporto más, él deseaba estar dentro de ella, hacerla gritar de placer, con algo de fuerza hizo que le diera la espalda y apoyara sus manos contra la puerta dejándole una hermosa vista de su espalda siendo medio cubierta por sus rosados cabellos, coloco su miembro justo entre esos dos montículos que antes había masajeado solo el roce de sus pieles los hacía gemir de placer, lentamente dirigió su masculinidad a la entrada de su amada y de una sola estocada se introdujo completamente dentro de ella sacándoles un gemido a ambos.

Dabi- Maldición mujer, me vuelves loco.

Después de esas palabras comenzó esa danza erótica, con una mano la tomaba con firmeza de sus caderas, mientras con la otra presionaba uno de sus pechos o pellizcaba sus pezones, mientras que a la vez lamia su cuello o parte de su espalda, amaba escucharla gemir cuando entraba y salía de ella, nuevamente tardo cerca de 3 minutos para que ella se viniera y a los pocos segundos él se derramara en su interior, nuevamente la tomo de la cintura para levantarla y cambiar de lugar esta vez estaban a una especie de oficina pues había un escritorio.

Dabi- Te lo dije hermosa apenas empezamos.

Sakura estaba recostada boca arriba en el escritorio mientras Dabi besaba cada centímetro de su cuerpo, dejando de vez en cuando alguna marca rojiza o rastros de saliva sobre la blanca piel de esta, quien no podía más que gemir, pues su mente se nublaba completamente al estar así a merced de ese hombre.

Sakura- Dabi, te lo suplico dame más.

Con una sonrisa el pelinegro abrió completamente las piernas de la pelirosa mientras la colocaba lo más cerca del final del escritorio, la miro detenidamente mientras rozaba sus intimidades, mordió un poco su labio inferior al entrar en ella podía sentir como escurría su semen que hace unos momentos había derramado en su interior, pero no le molestaba en lo más mínimo, sabía que ese día ella terminaría llena de él y eso le encantaba, coloco sus manos sobre sus muslos para tener un mejor agarre mientras la veía fijamente, amaba ver sus expresiones, ver como sus senos rebotaban por el movimiento, sus pezones endurecidos por el éxtasis y escuchar ese chapoteo erótico al entrar y salir de su cuerpo, pero había algo que amaba más en esos momentos y era escucharla decir su nombre cuando estaba así segada por el deseo y la lujuria.

Sakura- Daaabi, Dabi-kun.

Pétalos de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora