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Era una noche cálida. Las calles poco iluminadas y la suciedad de la acera se mezclaba con el aroma a cigarrillos y los contenedores de basura a medio abrir. JiMin se paseó alrededor, saludando con la cabeza a quiénes reconocía e ignorando a quiénes ni siquiera había visto antes por ahí.

Un auto dió vuelta en la esquina y disminuyó la velocidad gradualmente hasta detenerse casi frente a él. Ni siquiera lo pensó demasiado cuando se acercó a paso firme y sonrió cuando la ventanilla descendió.

―Hola, guapo ¿buscas compañía? ―dijo y repasó rápidamente al hombre.

―¿Cuánto? ―fué la respuesta rápida y fría.

JiMin sonrió más ampliamente, inclinándose hasta que su culo quedó bien alzado y tuvo una mejor visión del desconocido. Era un hombre joven y atractivo de cabello largo y negro, mandíbula firme y ojos grandes. Tenía esa aura de “chico malo” que se complementaba a la perfección con los tatuajes en sus brazos.

―Dieciocho mil wons por hora ―respondió tras unos breves segundos.

El pelinegro guardó silencio un momento.

―¿Es demasiado para tu billetera? ―se burló JiMin― te lo dejaré en quince mil wons por ser tu primera vez conmigo.

―No necesito descuento ―ahora el desconocido parecía ligeramente ofendido.

JiMin sonrió y alzó las cejas, expectante.

―¿Entonces? Decide pronto porque estoy perdiendo clientes mientras espero tu respuesta.

―Bien, sube ―asintió el pelinegro.

JiMin abrió la puerta y subió sin pensarlo. Una vez dentro se colocó el cinturón de seguridad y giró hacia el hombre tras el volante, los ojos de éste lo recorrieron en silencio.

―¿Qué? ―preguntó cuando notó que el pelinegro tardaba demasiado tiempo observándolo.

―Nada ―negó el otro, desviando finalmente la mirada, y arrancó.

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Sentía que todo le dolía. Aún así, se obligó a sí mismo a ponerse en pie y buscar su ropa. La cama estaba hecha un desastre, había dos condones aún sin usar arrojados entre las sábanas. El pelinegro estaba sentado a orillas del colchón fumando mientras veía a la nada.

JiMin sintió una punzada en su espalda baja y estuvo a punto de soltar un gemido de puro dolor.

―Bueno, fue un placer pasar la última hora y media con usted, cliente apreciado. Sin embargo, deberá pagar por esa media hora de más ―advirtió con tono juguetón.

Los ojos del hombre se desviaron hacia él. Se veía un poco triste mientras observaba a JiMin como si esperara encontrar a otra persona a su lado.

Sin decir una sola palabra buscó su billetera y sacó el dinero. JiMin sonrió y tomó los billetes cuando él se los extendió.

―Gracias~ ―masculló con más ánimo y contó rápidamente la cantidad.

El pelinegro le dio la espalda de nuevo y permaneció en silencio. Parecía decaído pero JiMin no era el tipo de personas que pregunta sobre la vida de otros. Terminó de vestirse y se encaminó a la puerta antes de detenerse.

―Ah, te dejaré mi número ―dijo, tomando un pedazo de hoja de papel arrugada y su bolígrafo en forma de patita de gato para escribir.― Llámame ―agregó por último, utilizando su bálsamo de cereza para humectar sus labios antes de besar la hoja.

Sonrió, coqueteando. Y se despidió del pelinegro quien lo observaba en silencio todavía desde la cama.

Una vez fuera de la habitación su sonrisa se esfumó. Odiaba tener que sonreír para esos hombres que ni siquiera conocía pero odiaba aún más salir de aquellas habitaciones sintiendo que había sido utilizado para descargar tensión, justo como en ese momento. Pero no tenía más opciones, alguien como él no las tenía al menos.

Buscó el elevador y esperó frente a él hasta que las puertas se abrieron. Sus ojos permanecían fijos en la puerta de habitación de la que acababa de salir como si esperara algo, cualquier cosa. Pero entonces las puertas del ascensor se cerraron y eso que tanto esperaba jamás pasó. Siempre era lo mismo.


























𝑪𝒂𝒍𝒍 𝑴𝒆 💋


























𝙋𝙍𝙊́𝙓𝙄𝙈𝘼𝙈𝙀𝙉𝙏𝙀.

𝒞𝒶𝓁𝓁 ℳℯ 💋 𝗏𝗆𝗂𝗇Where stories live. Discover now