VII

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Kuroko observó cómo Furihata se levantaba para ver cómo se encontraba Akashi. Llevaba el pelirrojo unos minutos ya en la llamada y todos estaban ansiosos por saber cómo el gran emperador de la cancha arreglaría la situación. 

La sombra del Seirin se sintió un poco mal por Furihata. Él desconocía muchas cosas de Akashi. No en el sentido económico, porque todos sabían a la legua que Akashi tenía mucho dinero, pero sí desconocía su ambiente familiar.

Furihata pudo concluir que su madre había fallecido y estaba con su padre, pero no todo lo que los rodeaba. 

A veces Kuroko quería detener al castaño y contarle todo. Desde el fallecimiento de la madre de Akashi hasta la ceremonia de matrimonio que quería concretar el padre. 

Cuando el joven se levantó a hacer la llamada para ayudarlos, Kuroko supuso cuál sería el precio y quería detenerlo. 

Sabía que su amigo gustaba de Furihata, pero su padre tenía otros planes para su vida. 

A él le gustaba observar todas las situaciones y deducía que sus amigos muy heteros no eran. Con que a Akashi gustaba de Furihata y éste, aún con el miedo, se sentía atraído por el emperador. Entre que había que ser idiota para no captar la tensión que había entre Aomine y Kise. Muy ciego para no ver a Midorima y Takao o muy estúpido si no pillabas lo dulces que eran Himuro y Murasakibara juntos.

Y Kuroko no era menos. Él no negaba su atracción hacia la luz del Seirin, su luz. Pero no podía hacer nada. Sentía que la historia entre Furihata y Akashi era dramática, pero la suya acabaría en tragedia. 

Kagami se iría a Estados Unidos, no podía detenerlo, era la vida que su luz quería y merecía. Definitivamente él lograría lo que se propusiera. Incluso Kuroko por sí mismo dudó en irse al extranjero con él, pero lo acobardó el idioma, las costumbres y todas las películas que había visto sobre ese país. 

Del pasillo salieron Akashi y Furihata, esta vez sentándose juntos en el sofá. Midorima y Takao habían estado todo el rato hablando de algún tema sin sentido, pero le gustaba cómo Midorima miraba a Takao, parecía que éste último había puesto todas las estrellas en el cielo para Midorima. 

Himuro había estado todo el rato ayudando a su hermano con las bebidas y Murasakibara buscando dulces, misión que pasó con éxito al encontrar una bolsa de patatas fritas en uno de los cajones.

Kise se acercó a Kuroko para hablar, sacándolo de sus pensamientos. 

-Hey Kurokochi, ¿todo bien? -el nombrado asintió- ¿Sabes? Creo que todo va a salir bien, los tenemos a ellos.

Y así era, Kise y Kuroko miraron a todos sus amigos ahí reunidos y sonrieron, saldría bien, lo sabían. 

-Kise-kun, ¿Puedo hacerte una pregunta? 

-¡Claro! Para eso estamos Kurokochi

-¿Está mal que quiera que Kagami no se vaya al extranjero? -Kuroko lo soltó casi sin pensar, ajeno a los demás presentes. 

Kise se mantuvo unos segundos en silencio pensando cómo responder a su amigo -Kurokochi, Kagamichi te gusta, es normal que quieras estar con él y no alejarte, más ahora que se irá al extranjero.

-Lo sé, pero está mal, ¿verdad?

-Kurokochi... Tienes que dejar que Kagami haga su vida, estoy seguro que Kagami está mirando miles de soluciones para no alejarse de ti, son la luz y la sombra, deben estar juntos. 

Esas palabras de alguna forma calmaron a Kuroko, sabía que eran más por compromiso, Kise no sabía tampoco cómo hacer que no se separaran, pero tenían que respetar las decisiones ajenas. 

-Kurokochi, pase lo que pase, sé que estarán juntos -dijo con toda la sinceridad el modelo. 

-Sí 

-Kuroko, Kise, ¿de qué hablan? -interrumpió Takao, acercándose a los dos jóvenes que estaban en el sofá. 

-La vida Takao-kun -el nombrado inclinó la cabeza confuso. 

-No os preocupéis chicos, lo que sea será, no sé qué os pasará, pero hay que estar de chill, no todo es como lo planeáis -hubo una pausa en donde Takao miró por la ventana hacia el cielo- ¿Saben? Al final del día, pase lo que pase, todos miramos al mismo cielo.

-Eso fue precioso -respondió Kise, mirando con ternura a sus amigos- ¿de dónde lo has sacado?

-A-ah, lo leí por internet, pero me parece bonito -suspiró- aunque supongo que en algún momento os cansaréis de ver el mismo cielo todo el rato en vez de estar juntos. 

Kuroko imitó el gesto de su amigo, mirando por la ventana. No era de noche, sería mucho más poético si hubiera oscurecido, pero se agradecía de estar allí. 

Vio pasar una bandada de cuervos y los vio volar alto, muy alto. Uno se había quedado más rezagado, pero sabía Kuroko que ese pájaro podría volar más alto todavía. 

-Lo mejor será disfrutar del tiempo ahora, ¿no?

-Claro Kuroko, no sabemos qué puede pasar el día de mañana -comentó Takao mirando a Kise- así que no tengan miedo, que vivir sólo se hace una vez, y quien tenga miedo a morir que no nazca. 

-No pedí nacer Takao 

-¡Kurokochi!

Y risas, más risas inundaron el apartamento. 

Furihata intentaba no atragantarse con el zumo de naranja que le había dado Himuro mientras hablaba con Akashi. 

Akashi intentaba que Furihata estuviera cómodo a su lado, calmándolo como podía. 

Midorima hablaba con Aomine, a saber qué conversación sería esa. 

Murasakibara sentado tan tranquilo comía sus patatas fritas al lado de Midorima y Aomine, y de alguna forma estaba enterándose de la conversación e interviniendo de forma puntual.

Takao, Kuroko y Kise seguían hablando cuales filósofos de la vida, ni que hubieran tomado alcohol o fueran las 2 de la madrugada. 

Himuro y Kagami hablaban, un poco apartados. 

-Taiga, ¿Cuándo comprarás el billete para irte?

-En unos días, todavía tengo asuntos que atender aquí, y en Estados Unidos están de vacaciones hasta dentro de dos meses -explicó Kagami. 

-¿Estás seguro de tu decisión? -cuestionó Himuro, sabiendo las dudas que tenía su hermano sobre todo el cambio- siempre podemos hablar con Alex y arreglarlo. 

-Estoy seguro Tatsuya, quiero volver a Estados Unidos y jugar en los altos equipos. 

Himuro suspiró, sabía que diría eso. 

-Pero no te olvides de Kuroko, ¿Sí? 

-¿Por qué dices eso?

-Nothing, just saying~ 

-¡Hey, vuelve aquí!




¿Por qué tenías que ser tú?Where stories live. Discover now