Capitulo 8. Vorágine de emociones

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Lía Ross

—¡Ayshs!

Abro los ojos y en cuanto la luz me da en estos los vuelvo a cerrar por instintos. Unos martilleos constantes hacen hueco en mi cabeza junto a un pinchazo. Me remuevo incomoda e intento tapar el molesto resplandor que traspasa las cortinas tapando mi rostro con unas de las almohadas pero solo consigo que me duela aún más la cabeza. Olfateo. La mía no huele así, no huele tan masculina. Vuelvo a moverme comenzando a sudar y a agobiarme. Trago saliva y siento un nudo en el estómago que no la deja pasar, siento un sabor amargo y una sensación de asco recorrer de mi estómago hacia mi garganta. ¡Rayos! Me levanto de la cama con brusquedad, cayendo de un brinco frente al lavabo, expulsando todas las toxinas de mi cuerpo sin parar, siento fuertes punzadas puyar mí estómago y enjuago mi rostro con agua helada.

Observo mi rostro en el espejo para darme cuenta de lo desaliñada que me encuentro, mi cabello y maquillaje des alborotado, me hacen pensar que estuve en una fiesta de disfraces y me disfrace del joker.

Entonces lo veo, un escalofrió recorre todo mi cuerpo dejándome perpleja. Siento de repente frio y calor junto con la sensación más temerosa que he tenido en la vida, después de estrujar mis ojos por tercera vez con ambas manos, mis ojos escanean el lugar por última vez, ¡No! Definitivamente este no es mi baño.

—¡¿Qué cojones?! ¡¿Dónde carajos estoy?!

Es un baño lujoso, con un enorme yacusi de esos que ni con cinco trabajos podría pagarme. Escaneo mi cuerpo, al menos tengo mi ropa puesta eso es algo bueno. Me quejo llevando una mano hacia mi cabeza conteniendo mi dolor e intentando recordar.

—Buenos días, niña. —Murmura alguien tocando desde el otro lado de la puerta.

Palidezco.

Esa voz, no, no, no. Esto no puede ser, me digo a mi misma mientras recuerdo parte de mis hazañas de la noche anterior de como la fiesta del año se convirtió en el desastre del año y de cómo todos me vierón salir con Adrien de la fiesta.

—Relájate Lía, había mucho alboroto, seguramente nadie se fijó en ti ¿Cierto? Mis intentos por calmarme fracasan pero intento controlarme.

—Sé que estas despierta, te escuche en el baño. —Inquiere Adrien.

Me acerco hacia la puerta abriéndola con manos temblorosas, debido a la vergüenza que me calienta la sangre y me hiela la piel. Intento buscar una excusa para todas las estupideces que hice la madrugada anterior y solo puedo llegar a una conclusión ¡Estaba drogada! Si eso, eso tiene más sentido.

¡Soy un desastre!

¡Soy un desastre!

¡Soy un desastre!

Nuestras miradas se encuentran y se funden en un intenso contacto y sus ojos verdes penetrantes dicen tanto que siento que mis pupilas no se dilatan, se delatan. Mi rostro queda a la altura de su pecho, dejándome ver su clavícula y lo bien que le queda esa camiseta negra adherida a su cuerpo musculoso y su perfume, dios su perfume. Concéntrate Lía, no entiendo porque el destino insiste en juntarme con una persona de la que solo intento alejarme.

—Te he preparado algo de comer. —Murmura. —Y también algo para la resaca. Dice mientras me pasa un vaso de cristal con un líquido verde que solo de ver se me revuelve el estómago.

Extiendo la mano para aceptarlo observando sus nudillos destrozados con puntitos de sangre y una leve hinchazón. Entonces recuerdo como le destrozo la cara a ese chico que estaba conmigo pero, ¿Por qué? Todo lo que tiene que ver con Adrien es muy confuso. Mi dolor de cabeza no me había dejado percibir el rico aroma proveniente de la cocina y de lo hermoso que era el departamento aun con lo poco que podía percibir desde la puerta de la habitación, me inunda la curiosidad por saber donde estoy.

SIN ARREPENTIMIENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora