Sin mi...

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Episodio 22

—Hola señor Brown, ¿Qué tal?

—Hola chica. Te he dicho que no me digas señor, me hace sentir viejo.

—Lo es. —Bromeo con él.

—Auch, eso dolió. Y respondiendo a tu pregunta, un poco cansado, ya sabes el trabajo.

La poca confianza que había obtenido con el señor Brown estaba dando frutos, ya no me sentía incómoda con su presencia como al principio. No era por él, simplemente no me siento cómoda con cualquier hombre que sea mayor y esté a menos de diez metros cerca de mi.

Todavía no logro comprender la molestia que tienen Alex y Max con su padre, es muy simpático y poco estricto. A simple vista es un gran padre.

—¿Qué haces despierta tan temprano Elizabeth? —Una voz me sacó de mi mente, una voz más grave de lo habitual. Se nota que acababa de despertar.

—¿No puedo tomar desayuno?

—si puedes, solo que es raro en ti.

—Todo en Elizabeth es raro, hermanito. —Max se escuchaba más agitado y por lo que vi cuando levanté la vista estaba sudando.—Y ese es su jodido encanto.

Oh dios.

Han pasado unos días desde nuestro encuentro en esta misma cocina, todavía no olvido todo lo que pasó y cómo pasó. Estaba demasiado tomada. Los Brown parecen no recordar nada porque no mencionaron nada a la mañana siguiente cuando nos fuimos en el coche.

La calentura de ese momento sigue en mi cuerpo por el recuerdo, sus caricias y apretones me hacen fantasear y querer recobrar ese juego que tanto me gusto. Ahora que los veo a los dos, en el mismo lugar, en la cocina, se me revuelven las tripas. sobre todo porque Max está sudado y Alex se ve jodidamente bien al despertar.

Mierda.

—¿Fuiste a correr? Milagro. —bromeé.

—Hola hijos.

Vi como los dos vieron a su padre y luego sin más levantaron una mano, al mismo tiempo como si fueran gemelos desde nacidos, en modo de saludo.

—Oh pequeña, ¿Cómo crees que tengo este fabuloso cuerpo?

—No lo sé, ni me interesa.—Mentira, quería saber mas de el y sobre todo sobre su tonificado cuerpo. 

—hare como si te creyera.

—¿Qué desayunas?— pregunta Alex luego de bostezar.

Su cabello estaba desordenado y su polo ancho lo hacía ver como un bebé. Sus ojos estaban hinchados y una marca en su mejilla me daba la idea de su buena noche. Se veía muy tierno.

—Solo una tostada.

Estaba todo tenso, al parecer el señor Brown no sabía qué hacer y yo no quería decir nada para no arruinarlo. Estaba parado en el lavaplatos mirando a su hijo menor, como si fuera el único en la cocina. Vi por un instante como Max miro a su padre y su hermano para luego bajar la vista con decepción, la cual duro menos de dos segundo. 

—¿Usted desayuna? —Pregunte.

Esperando que el señor Brown contestara y se sentara a mi lado para que lo tenso se fuera y llegará el buen humor de los Brown.

—Obvio chica, pero en el trabajo. —este miro su reloj —Oh, ya se me hizo tarde. 

—Como siempre. —pensé en decirle algo a Alex para que no empezará una discusión, pero no soy quien para hacerlo.

Mi Maldito RomanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora