CAPITULO 44

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PABLO

-Como líder debes conocer cada rincón de nuestra guarida -Zuko sacó una gran llave y me sonrió amablemente – con esta llave abrirás la puerta más importante de todas.
Introdujo la llave en la cerradura que había en la puerta metálica que teníamos en frente y me miró de nuevo creándome cierta intriga. Giró la llave al fin y abrió la puerta dejándome contemplar una gran sala llena de acuarios llenos de peces de colores.
Miré mi alrededor asombrado..
¿De que me sonaba aquel lugar?
Caminé detrás de Zuko en completo silencio y me acerqué a uno de los acuarios aún sin salir de mi asombro.
-Estamos en un parque repleto de acuarios como estos llenos de peces de toda clase – Zuko frenó sus pasos para dejarme admirar aquel hermoso lugar -Aquarium o algo así lo suelen llamar los humanos. Posé mi mano en el cristal y sonreí cuando un pececillo se acercó a uno de mis dedos. Entonces mil imágenes de mi madre mostrándome aquel lugar me bombardearon.
-Yo he estado aquí… -susurré lleno de nostalgia.
Zuko sonrío sin poder evitarlo, como si él supiera de que hablaba.
-Tu madre siempre intentó tenerte lo más alejado de este mundo, pero más de una vez tubo que olvidar ese pensamiento para venir a solucionar algún problema relacionado con Zafir – caminó hasta abrir otra puerta donde ya se escuchaba a la perfección el bullicio de la gente que venía a visitar el recinto.
-¿Como..como habéis llegado hasta aquí? -pregunté intrigado.
-Algunos de nosotros trabajamos aquí – contestó saliendo al exterior y dejándome al fin respirar aire puro – estudiamos bien el lugar y tras varios años conseguimos colarnos sin que nadie se diera cuenta.
Me quedé en silencio observando a la gente pasar cerca de mi...¿Hace cuanto no veía a tantos humanos juntos?
-Este lugar es perfecto.. -dije caminando detrás de él – con tantos humanos alrededor jamás podrán acercarse los profesionales.
Zuko agarró una escoba que estaba apoyada en una de las paredes a pocos metros de la puerta por la que habíamos salido y me la lanzó sin borrar la sonrisa de su rostro.
Miré la escoba atentamente y aceleré mis pasos para no perderle de vista.
-Muy pocos de nosotros tenemos el privilegio de salir fuera – comentó saludando con la mano a un hombre mayor que servía perritos calientes en un puesto de comida rápida – solo son visibles los rostros conocidos.
-Pero...yo no trabajo aquí.. -dije.
Zuko abrió otra puerta, pero antes de entrar se giró para mirarme.
-Tú eres nuestro líder, podrás salir y entrar cuando te plazca, pero sin ponernos en riesgo.
Asentí y tras mirarme durante varios segundos entró dentro de lo que parecía ser un gran almacén donde apestaba a pescado.
-Nosotros podemos defendernos de cualquiera -cogió un cubo repleto de sardinas y volvió a mirarme -pero en nuestra guarida hay una planta dedicada solo ha ancianos y niños.
Le miré realmente intrigado soltando mi escoba.
-¿Niños y ancianos?
Caminó de nuevo esta vez decidido a una gran piscina.
-Tenemos cuatro plantas distribuidas en salas comunes, comedor , sala de entrenamiento, biblioteca, habitaciones, enfermería, celdas y zona especial preparada para que los más vulnerables estén separados del resto.
-Jamás pensé que…
Zuko puso los ojos en blanco soltando una carcajada.
-Tengo que presentarte a Meira -dejó el cubo en el suelo y me miró de nuevo – puede crear un terreno habitable en pocos segundos.
-¿Terreno habitable? -pregunté frunciendo el ceño.
-La guarída solo tenía dos plantas hasta que Meira llegó a nosotros – cogió del cubo un puñado de sardinas y las lanzó a la piscina -tiene el poder de controlar la tierra y no le costó nada crearnos plantas nuevas y más espacio en el que habitar.
Unos delfines cogieron las sardinas al vuelo y yo suspiré superado ante aquel mundo.
-Sé que ahora te sientes saturado e incapaz de poder manejar la situación, pero para poder entendernos y conocernos mejor debes antes olvidarte de tu pasado.
Resoplé sabiendo esta vez por donde iban los tiros.
-¿Con mi pasado te refieres a Arima? -pregunté algo molesto.
Él lanzó de nuevo sardinas a la piscina, pero no contestó a mi pregunta.
-Vais a tener que aprender a convivir con Arima...-susurré agachando la cabeza -no está en mis planes apartarla de mi vida.
Zuko cogió de nuevo el cubo y caminó hasta dejarlo en donde lo había cogido minutos antes.
-Está anocheciendo -dijo sujetando de nuevo la escoba – debemos irnos antes de que los humanos abandonen el recinto.
Asentí siguiéndole en completo silencio.
¿Por qué les costaba tanto aceptar a Arima?
Suspiré detrás de él y miré de nuevo a la gente que caminaba cerca de mi. Hubiese dado cualquier cosa por vivir de nuevo ajeno a todo…
-Debes ir a entrenamiento -abrió la puerta y me la sujetó hasta que pase de nuevo donde los acuarios ocupaban gran parte de la pared – pero no con todos los huesudos, debes entrenar solo con los mejores.
-¿Y quienes son? -pregunté desviando distraídamente de nuevo la mirada hacia los peces.
-Aiden, Nime y mi hija Gyna-contestó con sequedad.
Esta vez centré la mirada en él con atención.
-¿Tienes una hija? -pregunté de nuevo.
Zuko asintió sin querer hablar más del tema y sacando de nuevo la llave le seguí cuando abrió la puerta de la guarida.
-Prepararé un clase para que uno de ellos te entrene y te enseñe a defenderte por si algún Gazok se le ocurre acercarse a ti.
Cerró la puerta y me extendió la llave que no tardé en aceptar. La guardé en el bolsillo de mi pantalón mientras una idea rondaba mi mente.
-Guardala bien -me sonrió de nuevo dejando atrás su rostro molesto y caminó alejándose de mi.
Me quedé quieto durante un segundo y retomé mis pasos hacia la enfermería.
Me llevé las manos a los bolsillos y miré a mi alrededor intentando ignorar que todos me daban un repaso de pies a cabeza. A paso acelerado subí las escaleras que daban a la enfermería y abrí la puerta.
-Está estable -comentó Madu sentado a la izquierda de Elena.
Me acerqué lentamente a él y me fijé en su ceja partida, de inmediato me sentí culpable por lo que había hecho.
-¿Va a morir? -pregunté intentando aparentar normalidad.
-Desconozco como funcionan nuestros medicamentos en humanos -contestó con sinceridad encogiéndose de hombros.
Desvié la vista hacia el plato de tiramisú que sujetaba entre sus manos y no pude evitar esbozar una sonrisa.
-No tenía ni idea de que le gustara el tiramisú -me senté a su lado rompiendo la tensión que había creado yo – todavía tengo mucho que aprender de ella.
Madu me devolvió la sonrisa y desvió la vista hacia su plato.
-Pensé que al ser su hermanastro…
-No la conozco mucho -confesé fijando la mirada en ella -ojalá no la conociera de nada y así evitarla todo esto.
Me sentí de nuevo culpable por lo que le estaba ocurriendo.
-Los Gazoks y nosotros solo tenemos una cosa en común.. -con la mano temblorosa apoyó el plato encima de la cama -en cuanto encontramos a la persona correcta no podemos ignorarlo.
Le observé detenidamente cruzándome de brazos.
-Sé que no eres el más indicado para hablar sobre este tema.. -con delicadeza agarró la mano pálida de Elena y la miró fijamente -creo que no puedo ignorar lo que siento cuando estoy cerca de ella.
Me quedé en silencio sin saber muy bien que decir ante su confesión..¿Quería mi visto bueno?
-Sé que ella puede aspirar a mucho más -continuó hablando mientras soltaba resignado su mano y agarraba de nuevo el plato de tiramisú -pero creo que yo también puedo ser capaz de hacerla feliz.
-Es humana .. -fue lo único que logré decir.
-¿Acaso eso importa? -preguntó frunciendo el ceño y negando con la cabeza – todo mi cuerpo me grita que ella es la indicada.
Puso los ojos en blanco y continuó hablando.
-Me da igual que sea humana..
Agaché la cabeza y recordé la noche anterior con Arima.
-Con ella jamás me importó adentrarme en este mundo y me dio completamente igual que no fuera humana para que mi corazón acabara rendido a sus pies.
-¿Crees que ella siente lo mismo? -pregunté intentando no centrarme en las imágenes que bombardeaban mi mente de Arima besándome con pasión.
Madu sonrió avergonzado.
-Debo esperar a que despierte para hacerle esa pregunta -contestó con sinceridad.
Le miré atentamente y volví a recordar a Arima a pocos centímetros de mi susurrándome que me necesitaba en su vida.
Me llevé las manos a los bolsillos y toqué de nuevo la llave que me había entregado Zuko.
-Me tengo que ir… -dije agarrando la llave con fuerza.
¿Le gustarán a Arima las sorpresas?
Tragué saliva y caminé hacia la puerta de la enfermería, pero me quedé quieto tras abrirla.
-Estoy seguro de que Elena siente lo mismo por ti -confesé recordando su rostro sonrojado cuando ella hablaba de él.
Madu me miró esperanzado y tras despedirme con un gesto de cabeza, cerré la puerta y bajé las escaleras en busca de Arima.

GAZOKS  (parte 1)Where stories live. Discover now