Muguets (LuisxMaría)

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Solo diré una palabra: flores :3

(Aunque si van a buscar la palabrita "muguets" en google añadan "flor/flores" o van a ver cosas desagradables :s)

En fin, más notas al final para que puedan reclamarme por como trato a Luis jajajaja

Disfruten la lectura. 

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En medio de la noche, Auguste se despertó en medio de un ataque de tos. Rápidamente tomó el pañuelo y esperó a que terminara mientras presionaba el trozo de tela frente a su boca. No quería dejar manchas en las sábanas, pues si su ayudante de cámara las descubría no sabría cómo explicar lo que estaba sucediendo.

Poco a poco, la tos fue disminuyendo. Y ahí estaba, encima de su lengua dejándole un sabor amargo. Con cuidado, retiro el pañuelo y después escupió la flor encima del mismo. Un delicado botón de muguet, apenas recién florecido, de un blanco impoluto, pero bastante mojado con la saliva del monarca.

Auguste suspiró antes de acostarse de nuevo en su cama, mientras apretaba la flor en su mano. Ya llevaba un par de semanas desde que sus ataques nocturnos de tos habían comenzado, aunque el médico no encontró ninguna causa aparente. Y luego había comenzado a escupir flores, de una forma molesta y dolorosa.

Y ese extraño hecho no lo había comentado con nadie, ni con el médico, ni con Blaisdell o Lafayette. Ni siquiera se lo había comentado a María.

María... su amada reina. Al pensar en ella sentía que algo estrujaba su pecho, mientras que las ya familiares nauseas regresaban. Pero era imposible no evocar sus recuerdos más valiosos; ella caminando por el pasillo con sus delicados pasos, su firme mirada al enfrentarse a los ministros cuando la habían acusado de robar aquel collar, la hermosa y radiante sonrisa que le dedicaba cuando estaba juntos.

Y entonces las arcadas volvieron, la tos lo sacudió con más violencia, y ahí, en la soledad de la habitación se le salieron un par de lágrimas cuando los rasposos pero cortos tallos de las flores lastimaron su garganta. Con más trabajo, las expulso de su boca, observando que ahora frente a él tenía tres delicadas flores.

Si, de alguna forma su amada María estaba relacionada con las flores que salían de su boca cada noche. ¿Cómo era eso posible? Escondió las flores como lo hacía todas las noches, esperando poder deshacerse de ellas en la mañana en el jardín. Aún tenía tiempo para descansar un rato, aunque el dolor de su pecho y su garganta apenas y lo dejo dormir.

***

Sangre. Había unas cuantas gotas de sangre en su pañuelo y las flores habían dejado de ser blancas, pues la sangre mezclada con la saliva les confería un tono rojizo. Aun así, las campanillas no habían perdido su belleza, incluso Auguste no pudo evitar pensar que ese color carmín le recordaba al de los labios de María.

Ese día, el pecho le dolía aún más que los días anteriores, no solo eso, sentía un extraño picor recorrerle la espalda. Las flores que mantenía en secreto se estaban expandiendo lentamente dentro de su pecho, y él no podía hacer nada para detenerlo o impedirlo.

Suspiró, guardando tanto las flores como el pañuelo en uno de sus bolsillos, pues estaba muy ocupado atendiendo todos los papeles que llenaban su despacho. No se sentía tan mal, no después de haber escupido media decena de flores. Después de los ataques, su malestar se calmaba, al menos por un rato.

Pasaron un par de horas cuando tocaron a la puerta. Fue una grata sorpresa ver a María en la puerta, sonriéndole tímidamente y preguntándole si podía pasar. Auguste estaba encantado, pues, aunque María solo iba a resolver unos asuntos de impuestos con él, pasar esos momentos con ella era maravilloso.

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⏰ Última actualización: Jun 01, 2022 ⏰

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