34.SE VALIENTE.

23 14 2
                                    


“Somos muchas y nos queremos la una a la otra”.

Esto es tan difícil para mí, claro que quierodeclarar en contra de él, pero no es tan fácil como parece.

—Bien, lo haré —digo, tragando saliva.
—Todo va a estar bien—dice Fabiola,
mientras me acaricia la mano. Se porta como una hermana mayor para mí y eso no tiene precio.
—Gracias, eres la mejor amiga que puedo tener
—Y la única ¿ok? — se ríe.
—Claro que sí.

Paso la tarde en el hospital, hablo unas cosas con mi madre, ella se va a dejar a Fabiola a su casa para ducharse, y después regresar, me quedo con Dylan y dormimos un poco.

—Descansa, bonita —me dice, mientras me acaricia el cabello.
—¿Puedes quedarte conmigo?
Si, aquí voy a estar —responde
acomodándose en el sofá.
—No, ahí es incómodo, quédate en la
cama—le pido.
—Pero la cama es muy pequeña y tú tienes que descansar bien, para que puedas ir a casa.
—Si, pero yo quiero que tú te quedes
conmigo —digo, haciendo pucheros.
—Te ves muy tierna pero no puedo
quedarme en la cama, Astrid.
—Entonces no duermo —me cruzo de
brazos, mirando fijamente hacia el frente.
—Bonita, no hagas esto más difícil, a mí me encantaría pero que tal que el doctor o tu madre se
molesten.
—Eso no va a pasar, por favor —digo
exagerando mi voz aniñada
—Está bien, no puedo resistirme a ti.
—Vale, colócate aquí.
—Bien, ahora a dormir.

Se coloca a un lado de mí, pone la sábana encima de nosotros y me abraza, sus brazos grandes y protectores son cálidos, es una sensación que jamás había experimentado.

—No te vayas a ir.
—Vale, vale, pero ahora descansa bonita.

A los pocos minutos me quedo dormida, al día siguiente cuando despierto, extiendo mi brazo buscando a Dylan, pero no hay nadie, al abrir los ojos observo a mi alrededor y me doy cuenta de que la habitación estaba vacía, sólo estoy yo.

Aquella soledad me altera, me hace recordar todo lo que había pasado cuando me quedé sola en los baños, comienzo entonces a entrar en pánico.
Me siento en la cama y veo cómo la manija de la puerta comienza a dar vuelta lentamente. El miedo
de lo vivido me asalta, pero cuando la puerta se abre y la cara de Dylan aparece, casi me desinflo de alivio.

—¡Me asustaste! —digo, gritando un poco.
—Lo siento, no era mi intención, salí por un poco de café y no pensé que te despertarías, aún es temprano
—Vale, sólo me asusté un poco, no quiero estar sola nunca más —Le digo agachando la cabeza y con una voz triste.
—Bonita, no tienes nada de qué
preocuparte, todo va a estar bien, yo cuidaré de ti—dice, con dulzura.
¿Me lo prometes? —pregunto tomándolo de la mano.
—Si bonita, te lo prometo.

Nos acercamos y nos hundimos en un
apasionado beso, todo era tan mágico, no puedo explicar lo que siento por él, es un sentimiento tan fuerte que no veo manera de separarme de él.

No tengo ni la más mínima idea de cómo va a terminar esto, o de si no va a terminar, pero de lo que si estoy segura es... es que quiero estar con el
todo el tiempo posible.

El Repentino Desastre De AstridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora