5.

1.2K 106 81
                                    


MELISSA

El vuelo apenas dura una hora, unos 55 minutos más bien, así que lo de dormir no ha tenido futuro. La verdad es que tiempo he tenido, pero estaba demasiado angustiada para hacerlo. Ya hemos aterrizado, el calor es más intenso aquí, pero es de noche y una ligera brisa se deja intuir entre los mechones de mi pelo.

Mi madre está llamando a un taxi para llegar hasta casa de mi abuela, hace muchos años que no viajaba a Menorca, creo que la última vez que vine tenía unos nueve años, igual eran diez, el caso es que he crecido y madurado todos mis veranos con Estephanie en Alicante, y a juzgar por mi sensación ahora mismo, me va a costar mantenerme alejada de ella. Me tomaré estas semanas como vacaciones para reflexionar. Desintoxicación total y completa de la universidad, la ciudad y por supuesto, de los ex novios.

Supongo que en ese sentido he tenido algo de suerte, ¿os imagináis tener que pasar el verano en Barcelona con el grupo entero, con Alex?, no siempre es todo negativo. Aprender a mirar el lado bueno de las cosas debería ser una asignatura obligatoria en el colegio. 

Hemos llegado, ya estamos aquí. Una casa alta, con paredes de piedra blanca será mi hogar las próximas semanas. Es más bonita de lo que recordaba. Si Max estuviese aquí me pediría mil y una fotos en la fachada de la casa para publicar en su perfil. De hecho, es el attrezzo de muchas influencers que viajan con sus outfits a las Islas Baleares para llenar sus Instagrams de likes.

Mi abuela acaba de abrir la puerta y ha sido la primera en bajarse del coche, hacía años que no se veían, está siendo un reencuentro madre hija muy emotivo, si no fuese porque mi hermano que es un plasta y tiene que romper este silencio lleno de «bienvenidos» y «gracias por venir» camuflados de besos y abrazos. 

Por eso me grita desde el maletero del taxi para que le ayude a sacar el equipaje. Cuando salgo del interior, me quedo mirando lo bonita que se ve la casa y lo mucho que echaba de menos pasar algún que otro verano aquí. No hay nadie en la calle, o por lo menos no en esta, mi abuela vive lejos de la zona abundante de turismo y grandes hoteles, así que la localización es tranquila, justo lo que necesito. 

Respiro hondo, estoy nerviosa, pero me gusta. Significa que tengo ganas de estar aquí.

Con un abrazo muy fuerte y gustoso me da la bienvenida Maggie, así me gusta llamarla, abuela me parece que la hace mayor, y en absoluto. Ella siempre ha sido una mujer alta y esbelta, deportista y bronceada, tiene el pelo blanco, largo y ligeramente rizado, se parece al mío, supongo que lo habré heredado de ella. Es guapísima y su voz es fuerte y concisa, no pasa desapercibida. 

Lo primero en lo que me fijo nada más entrar en casa es la enorme estantería llena de libros que te da la bienvenida al salón. La decoración de la casa es bastante minimalista, no hablo de moderneces, hablo de que se respira magia aquí dentro, por eso la librería es la gran protagonista y no necesita nada más para darle encanto al interior del hogar.

Es tarde, así que decidimos irnos todos a la cama. La casa tiene tres pisos y por dentro sigue siendo de piedra blanca acompañada de un suelo de madera marrón que contrasta a la perfección. Mi habitación está en el último piso de todos, de hecho, fue el desván hasta que lo reformaron y lo convirtieron en lo que es ahora, además tiene una ventana desde donde veo todo el puerto y todas las playas. Mi padre, que es bueno y comprensivo me ayuda a subir mi maleta hasta aquí arriba, ya que yo sola tardaría como media hora. Si de algo no puedo presumir es de fuerza.

Ya le he dado las buenas noches a todo el mundo y miro por última vez el móvil en busca de algún mensaje, pero solo tengo whatsapps de las chicas. Mañana las contesto, estoy cansada.

Sempiterno(1) {terminada} PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO Where stories live. Discover now